Ciudad de México, 30 de enero del 2024 – Un fenómeno alarmante se ha venido gestando en las escuelas secundarias de la Ciudad de México: el incremento de las agresiones hacia los docentes. Según datos de la Autoridad Educativa Federal de la Ciudad de México (AEFCM), se han registrado 52 casos de agresiones desde 2021 hasta la fecha, con un marcado aumento en los últimos tres años.
El periódico El Sol de México indagó sobre este tema, solicitando a la AEFCM cifras específicas de las denuncias hechas por personal docente, administrativo o directivo de planteles de educación básica. La respuesta fue reveladora: seis reportes en el ciclo escolar de 2021, 25 en 2022, y 21 en 2023, todos realizados por docentes. Sorprendentemente, 46 de estos incidentes ocurrieron en secundarias, destacando la alcaldía Gustavo A. Madero con el mayor número de casos.
Laura, una docente de la Escuela Secundaria Diurna 118 República Popular China, en Iztapalapa, compartió su experiencia con dos estudiantes agresivos. En un caso, la situación escaló al punto de que la madre de una alumna la amenazó físicamente y dañó su vehículo. Ella resalta la falta de protección efectiva para los docentes en estas situaciones.
Néstor González, con una década de experiencia docente, señaló que los profesores están vulnerables a agresiones en escuelas públicas y privadas. A pesar de las capacitaciones y conocimientos legales, sostiene que los docentes a menudo se encuentran en desventaja frente a estos conflictos.
El titular de la AEFCM, Luis Humberto Fernández Fuentes, comentó que aunque estos incidentes no muestran una tendencia al alza, se les da toda la atención necesaria. Enfatizó que la mayoría son agresiones verbales y que, en caso de ser más graves, se involucran unidades especializadas o incluso autoridades jurídicas, siempre priorizando los derechos de la infancia y adolescencia.
La realidad en las aulas de secundaria de la Ciudad de México plantea serios desafíos. Con un entorno familiar y social que influye en el comportamiento de los adolescentes, las escuelas se convierten en un escenario donde los conflictos pueden escalar rápidamente. Este fenómeno requiere una atención integral, tanto para proteger a los docentes como para atender las causas subyacentes de la agresividad estudiantil.