CDMX, 28 de octubre del 2022.- El Gobierno de la Ciudad de México y Airbnb anunciaron una alianza para impulsar lo que han denominado como «turismo creativo» y el fenómeno de los «nómadas digitales». El acuerdo ha causado molestia entre ciudadanos cuyo derecho a la vivienda se ha visto acotado, entre otros factores, por el del arrendamiento temporal vía aplicaciones.
Hace una semana y media, Diana recibió una notificación: tiene que desalojar el departamento en donde vive al interior de una casona ubicada en el Centro Histórico de la Ciudad de México. El lugar, narra, será convertido en una serie de habitaciones independientes que próximamente estarán ofertadas por Airbnb. Esta es la segunda vez que esta mujer de 56 años es desplazada por la misma razón.
Una mañana de diciembre de 2019, un par de abogados tocaron a la puerta del edificio en donde vivía Diana.
«Fueron de esos toquidos que hasta te espantan», cuenta en entrevista.
Eran apenas las 7 de la mañana cuando les notificaron a los inquilinos que tenían hasta fin de mes para desalojar el lugar. Con ayuda de las administradoras del lugar, la mujer logró conseguir un espacio en el edificio a tan solo unos pasos: una casona que data de 1770 cuyos dueños son españoles.
El edificio donde habita Diana data de 1770 y está ubicado en el corazón de la Ciudad de México
/ Daniela Díaz
Tres años después, la historia se repite. El lugar en donde hasta hoy vive Diana consta de alrededor de 17 espacios independientes y algunos de ellos ya comenzaron a operar como un centro dedicado a alojar turistas, principalmente extranjeros, que por hospedarse en la zona céntrica de la capital mexicana pagan desde 240 pesos (12 dólares) hasta 139.000 pesos (6.950 dólares) por noche.
Con lágrimas en los ojos, Diana narra los atardeceres que se ven desde esa terraza ubicada en Bolívar con vista a la Torre Latinoamericana. Ella escogió esta zona para vivir debido a su pluralidad y las opciones de movilidad que tiene. «Llegas caminando a cualquier lugar», apunta.
Aunque explica que tiene la posibilidad de pagar renta en algún otro lugar, está consciente de que su calidad de vida no será la misma. La posibilidad de pasar tiempo de calidad, tomar el sol, aire y tener un espacio apto para el trabajo que realiza desde casa quedará en el pasado.
Pavor, angustia y desesperación es lo que Diana dice sentir ante la incertidumbre de dónde pasará los próximos años de su vida.
«Si voy a ir a vivir a un lugar en donde sea infeliz, ¿para qué quiero vivir?», reflexiona.
Los atardeceres por contemplar desde su terraza quedarán en el pasado, lamenta Diana
Daniela Díaz
«Voy a tener que rentar un lugar más pequeño por más dinero», apunta. Y no se equivoca, pues las rentas tienden a elevarse ante una gentrificación acelerada, un problema que en el caso de la capital mexicana se acentúa en zonas cercanas al primer cuadro de la capital.
«[El precio] de la vivienda en todas las alcaldías va subiendo. A inicios de año teníamos una inflación de alrededor del 7% y las rentas las subían hasta en 15%, ¿por qué? Porque pueden, porque hay gente que lo paga y que finalmente desplaza a gente que ha vivido ahí toda su vida», explica en entrevista con este medio Diego Tamayo, economista y profesor investigador del Colegio de México, quien ha estudiado el fenómeno de Airbnb como una de sus líneas de investigación.
El académico explica que este desplazamiento de habitantes tiene un efecto nocivo, ya que las zonas de trabajo no se mueven y las zonas residenciales accesibles se empiezan a alejar, lo que perjudica incluso el transporte público.
Y es que, apunta, Airbnb ya no opera como una plataforma comunitaria que oferta una habitación con áreas compartidas, sino que incluso el perfil de los arrendatarios ya presenta una profesionalización. Es decir, hay personas que ofertan más de dos inmuebles completos y viven de ello.
De acuerdo con datos de Inside Airbnb, el 61,5% de los espacios disponibles en la aplicación se trata de departamentos o casas enteras equivalentes a 14.118 viviendas, mientras que apenas 37,7% de los espacios disponibles se trata de habitaciones o espacios compartidos. Es decir, la mayoría de los ofertantes no usan su vivienda para ellos, sino para arrendar.
El auge de los arrendamientos por Airbnb han desplazado a decenas de vecinos en la Ciudad de Méxic
Daniela Díaz
El promedio de noches reservadas, de acuerdo con el sitio, es de 65 con un costo promedio de 1.537 pesos (76,85 dólares) por noche. Por lo que la ganancia de quienes ofertan los espacios asciende hasta casi los 100.000 pesos (4.995 dólares) mensuales, un negocio más redituable en comparación a rentar a un inquilino fijo.
Esto, explica Tamayo, beneficia principalmente a personas con un alto nivel de ingresos económicos, que son quienes pueden pagar los precios de rentas, mientras que las comunidades son desplazadas al no poder costear estos precios. «Esto perpetúa el ciclo de alza de precios», asevera.
Sergio González se define a él mismo como un vecino con arraigo de 20 años de la Colonia Juárez, también ubicada en la zona centro de la capital mexicana y rodeada por importantes avenidas como Paseo de la Reforma, Chapultepec e Insurgentes. Durante 15 años, habitó en Liverpool 9 en un edificio en donde vivían seis familias que pagaban rentas accesibles; sin embargo, el lugar fue vendido y hoy son departamentos que son adquiridos para después ser ofertados en Airbnb. Los compradores no tienen que preocuparse por nada, pues la misma inmobiliaria se encarga de administrar los arrendamientos por la plataforma.
A pesar de que las personas que habitaban en Liverpool 9 resistieron ante el desplazamiento, que además, acusa, tuvo prácticas de acoso y suspensión de servicios básicos como agua y luz como métodos de amedrentamiento, al final tuvieron que abandonar el lugar con una indemnización. Sin embargo, ninguno logró poder acceder a otro departamento en la zona debido a los altos precios de las rentas.
La Colonia Juárez es una de las que ha sufrido una gentrificación que ha generado el desplazo de su comunidad
/ Daniela Díaz
«Yo salí de aquí pagando 8.000 pesos (400 dólares) de renta [en 2014]», indica Sergio. «Hoy la renta de un departamento como el mío está entre 19.000 (950) y 30.000 pesos (1.500 dólares)», relató. Las cifras, asegura, no van acorde con los pocos o nulos aumentos de salario dentro de los ciudadanos mexicanos, lo que los orilla a abandonar sus viviendas en donde han construido un arraigo familiar y vecinal.
Estas redes de apoyo entre vecinos, indica Sergio en entrevista, están tendiendo a desaparecer ante la construcción de nuevos edificios que se usan para lo que se podría definir como una especulación financiera inmobiliaria.
«Nosotros como la 06600 Observatorio vecinal de la Colonia Juárez hemos detectado una fórmula que llamamos la fórmula de la microespeculación que funciona en que solamente alrededor de un 40% de los que compran un departamento lo compa para habitar, lo que quiere decir que el otro 60% lo compra para especular», explica.
Dentro del 60%, señala, 30% lo adquiere para que desde un inicio rentarlo como Airbnb. Esto, explica Sergio, deja sin posibilidades a muchos ciudadanos capitalinos de poder acceder a rentas asequibles. “La ventaja de que sean los mexicanos quienes tomen la batería de los nuevos espacios es la construcción de tejido social”, sentencia.
«No estamos en contra de que vengan (los nómadas digitales) pero sí debería haber una reglamentación en el sentido de que ellos deberían solamente poder hospedarse en edificios nuevos o ir al origen de Airbnb que es compartir departamentos con otro y vivir de manera comunitaria, además de pagar impuestos», reitera.
La Colonia Juárez es una de las que ha sufrido una gentrificación que ha generado el desplazo de su comunidad
/ Daniela Díaz
Aunque el derecho a la vivienda digna está consagrado en la Constitución mexicana, en el país, donde habitan 129 millones de personas, apenas poco más de la mitad de los 35,3 millones de viviendas particulares habitadas en México hasta 2021 son propias pagadas, mientras que el 16,4% son rentadas, 14,2% prestadas por familiares, amistades o por el trabajo y 10,7% son propias, pero siguen pagándose.
De acuerdo con el académico de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán de la UNAM Gerardo Roldán, este derecho al estar contemplado en carta magna está totalmente garantizado; sin embargo, indica que una cosa es la norma y otra la realidad.
«La vivienda en México, y particularmente en la Ciudad de México, es sumamente alta en costos, es cara, es muy cara. Las rentas son caras, los créditos son también onerosos. Son fuertes los créditos bancarios para que la gente pueda acceder a un crédito hipotecario, entonces no es así como una garantía de que en cualquier estrato socioeconómico se pueda acceder, digamos, con cierta facilidad a una vivienda estable», señala en entrevista.
Quienes se han visto desplazados debido a la gentrificación, explica el experto, por lo general son reubicados en zonas de la periferia de la Ciudad de México que son de difícil acceso, además de tener altos índices de inseguridad.
El plan de la capital mexicana de albergar nómadas digitales es ambicioso y, de acuerdo con cifras del mismo Gobierno local, se espera que la derrama económica por incentivar este tipo de turismo sea de 1.400 millones de dólares anuales. ¿Cuál será el costo para la capital? Es desplazamiento y el despojo de sus propios habitantes.
Vía Sputnik News