Archivos JFK 2025: La CIA y un Complot de 60 Años al Descubierto

Por Bruno Cortés

En un día soleado de noviembre de 1963, el rugido de un motor y el eco de disparos rompieron el aire en Dallas, Texas, marcando un antes y un después en la historia de Estados Unidos. El presidente John F. Kennedy, de 46 años, cayó mortalmente herido en su caravana, dejando al mundo en shock y a una nación en luto. Durante décadas, la versión oficial señaló a Lee Harvey Oswald como un «lobo solitario», pero los archivos desclasificados el 18 de marzo de 2025, disponibles en el portal de los Archivos Nacionales de EE.UU., arrojan sombras sobre esta narrativa, sugiriendo una red de intrigas que involucra a la CIA, el crimen organizado y operaciones encubiertas contra Fidel Castro.
El contexto político de los años 60 era un polvorín. La Guerra Fría enfrentaba a Estados Unidos y la Unión Soviética en una lucha ideológica sin cuartel, y la revolución cubana de 1959 había convertido a Cuba en un punto de conflicto directo. Fidel Castro, al frente de un gobierno comunista a solo 90 millas de Florida, era percibido como una amenaza existencial. Documentos como el 177-10002-10012 muestran cómo la CIA, desde 1963, apoyaba activamente movimientos revolucionarios en América Latina para desestabilizar gobiernos, ofreciendo entrenamiento en guerrilla y sabotaje a opositores de Castro. Sin embargo, el archivo también revela que Castro, consciente de estas operaciones, evitaba incitar violencia en países como México y Uruguay para mantener bases operativas, un dato que refleja la complejidad de las tensiones geopolíticas de la época.
Económicamente, la revolución cubana tuvo un impacto devastador para los intereses estadounidenses. La nacionalización de empresas como la United Fruit Company, que perdió millones tras la expropiación de sus tierras, generó una presión inmensa sobre Washington para actuar. Los documentos desclasificados, aunque no citados directamente aquí, confirman que la CIA destinó fondos significativos a operaciones anti-Castro, como Operation Mongoose, que incluía sabotajes y planes de asesinato. Estas operaciones, sin embargo, no solo respondían a objetivos políticos, sino también a la necesidad de proteger intereses corporativos, lo que creó un caldo de cultivo para teorías de conspiración sobre el asesinato de JFK, visto por algunos como una represalia de actores económicos y criminales afectados por las políticas de Kennedy hacia Cuba.
Socialmente, el asesinato de Kennedy marcó un punto de inflexión en la confianza de los estadounidenses hacia su gobierno. El fiasco de la invasión de Bahía de Cochinos en 1961 y la tensa Crisis de los Misiles de 1962 ya habían sembrado dudas, pero la muerte de JFK profundizó esta desconfianza. La Comisión Warren, creada para investigar el crimen, concluyó en 1964 que Oswald actuó solo, pero su informe dejó preguntas sin respuesta. Los archivos de 2025, incluyendo reportes del FBI como el 124-10291-10236, muestran que, ya en 1961, grupos como el Movimiento Revolucionario del Pueblo (MRP) en Cuba, liderado por Manolo Ray, contaban con amplio apoyo interno contra Castro, lo que sugiere que la oposición al régimen cubano era más compleja de lo que se pensaba, alimentando especulaciones sobre posibles represalias que podrían haber alcanzado a Kennedy.
Un detalle particularmente inquietante surge de los archivos: el 22 de noviembre de 1963, mientras Kennedy era asesinado, la CIA se reunía en París con el agente AMLASH, un cubano de alto rango que planeaba asesinar a Castro, según información histórica conocida. Este dato, combinado con las operaciones de la CIA documentadas en 198-10007-10013, que detalla esfuerzos para controlar viajes y fondos hacia Cuba, sugiere una coincidencia temporal que ha reavivado teorías de conspiración. Aunque no hay evidencia concluyente de un golpe de Estado, la conexión de la CIA con figuras del crimen organizado, como John Rosselli, y su historial de intentos de asesinato contra Castro, plantea preguntas sobre un posible encubrimiento.
El impacto político de estas revelaciones es profundo. Documentos como el 124-10326-10191 revelan que, en 1962, el propio presidente Kennedy, según el vice presidente Lyndon B. Johnson, no priorizaba una acción militar contra Cuba, enfocándose más en crisis como Berlín y Vietnam. Esta postura pudo haber frustrado a sectores dentro de la CIA y el crimen organizado, que veían en Cuba una amenaza directa a sus intereses. La desclasificación de 2025, al exponer estas dinámicas, refuerza la percepción de que las agencias de inteligencia operaban con un grado de autonomía que escapaba al control presidencial, un legado que aún resuena en debates sobre la transparencia gubernamental.
A nivel social, las nuevas revelaciones han reabierto heridas de hace seis décadas. La desconfianza hacia las instituciones, que comenzó a gestarse en los 60 con movimientos por los derechos civiles y protestas contra la guerra de Vietnam, encuentra eco en la actualidad. Los archivos de 2025, al no ofrecer una resolución definitiva, perpetúan un sentimiento de incertidumbre que ha alimentado teorías de conspiración durante generaciones. La pregunta sigue en el aire: ¿fue el asesinato de Kennedy el acto de un hombre solo, o el resultado de una red de intereses que cruzaba fronteras y agendas?
En conclusión, los archivos JFK desclasificados en 2025 no cierran el caso, pero sí iluminan un entramado de operaciones encubiertas, intereses económicos y tensiones políticas que definieron una era. La CIA, en su afán por derrocar a Castro, pudo haber creado un entorno propicio para conspiraciones, aunque la evidencia de un golpe de Estado directo sigue siendo esquiva. Este capítulo de la historia estadounidense, lleno de sombras y preguntas sin respuesta, subraya la importancia de la transparencia para sanar las grietas de una democracia que, 60 años después, aún busca respuestas.

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