El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha encendido las alarmas en el sector automotriz al anunciar un arancel del 25% a los automóviles fabricados en el extranjero. Desde la Rosaleda de la Casa Blanca, Trump justificó esta medida como una respuesta a lo que considera un desbalance comercial que ha perjudicado a su país durante décadas. México, uno de los principales exportadores de vehículos a Estados Unidos, no quedó exento de esta decisión, lo que ha generado incertidumbre en la economía nacional.
Trump comparó los aranceles estadounidenses con los de otros países, destacando que mientras EUA cobra un 2.5% a los automóviles extranjeros, la Unión Europea impone un 10%, India un 70% y Vietnam un 75%. Según el mandatario, estas diferencias representan una «gran barrera comercial» que afecta la competitividad de las empresas estadounidenses.
La economía mexicana, altamente dependiente de las exportaciones automotrices, enfrenta un panorama complicado. Según datos recientes, las exportaciones de autos ligeros representan casi el 10% del total de exportaciones mexicanas hacia Estados Unidos, equivalentes al 2.61% del PIB nacional. Aunque el T-MEC podría ofrecer cierta protección, el impacto de estos aranceles podría traducirse en un aumento de costos para los consumidores y una posible recesión económica.
La presidenta Claudia Sheinbaum ha anunciado un plan integral para fortalecer la economía mexicana, con énfasis en la autosuficiencia del sector automotriz y la reducción de la dependencia de importaciones. Sin embargo, expertos advierten que estas medidas podrían no ser suficientes para mitigar el golpe inmediato de los aranceles.
El sector privado mexicano ha propuesto medidas como la condonación temporal del Impuesto Sobre la Renta (ISR) para las empresas automotrices, buscando mantener la competitividad en el mercado estadounidense. Mientras tanto, analistas económicos señalan que esta «guerra comercial» podría debilitar aún más el T-MEC y generar tensiones en las relaciones bilaterales.
La imposición de estos aranceles no solo afecta a México, sino que también podría tener repercusiones globales, alterando las cadenas de suministro y aumentando los costos de producción en la industria automotriz mundial.