Por Bruno Cortés
En un contexto de incertidumbre económica, la reciente imposición de aranceles del 25% por parte de Estados Unidos a productos mexicanos, como acero, aluminio y automóviles, ha generado preocupación en los sectores clave de la industria nacional. Sin embargo, detrás de este desafío se esconden oportunidades que México podría aprovechar para fortalecer su economía y proteger miles de empleos. Aunque el impacto inicial podría ser severo, expertos y empresarios vislumbran un horizonte de resiliencia y adaptación.
El sector automotriz, que exporta más del 80% de su producción a EE.UU., enfrenta un aumento en los costos que podría reducir su competitividad. Según la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), esta medida pone en riesgo la integración regional y miles de empleos en la cadena de suministro. No obstante, la industria tiene la capacidad de reorientar sus esfuerzos hacia mercados alternativos, como Europa y Asia, donde la demanda de vehículos mexicanos sigue creciendo.
Por su parte, el sector agroindustrial, vital para la economía mexicana, podría ver encarecidos productos como frutas, verduras y tequila en el mercado estadounidense. Analistas de Standard and Poor’s advierten que los aranceles podrían incluso empujar a México a una recesión si no se toman medidas rápidas. Sin embargo, esta presión también abre la puerta a diversificar destinos de exportación y fortalecer el consumo interno, un aspecto que el gobierno de Claudia Sheinbaum ha priorizado en su Plan México.
El empleo, uno de los pilares más vulnerables, no está condenado a desplomarse. Aunque la Asociación Nacional de Pequeños Comerciantes (ANPEC) estima que hasta 4.5 millones de puestos de trabajo podrían peligrar, el nearshoring sigue siendo un as bajo la manga. Empresas globales que buscan reducir su dependencia de Asia podrían acelerar sus inversiones en México, atraídas por su cercanía con EE.UU. y su mano de obra calificada, compensando así las pérdidas iniciales.
México no está de brazos cruzados ante este panorama. El gobierno ha intensificado negociaciones diplomáticas con EE.UU., lideradas por el canciller Marcelo Ebrard, para buscar exenciones o acuerdos que respeten el T-MEC. Esta estrategia, que ya dio frutos en 2019 al eliminar aranceles al acero y aluminio, demuestra que el diálogo puede ser una herramienta poderosa para mitigar el impacto y preservar la relación comercial con el vecino del norte.
Además, la apuesta por la innovación tecnológica ofrece un camino prometedor. El sector manufacturero, golpeado por la incertidumbre, podría invertir en automatización y eficiencia energética para reducir costos y mantenerse competitivo. La Cámara Nacional de la Industria del Hierro y del Acero (Canacero) destaca que, pese a que el 75% de las exportaciones de acero van a EE.UU., el país tiene la capacidad de redirigir estos flujos hacia mercados emergentes, fortaleciendo su posición global.
Un aspecto positivo poco mencionado es el impulso al mercado interno. Con los aranceles encareciendo las exportaciones, las empresas mexicanas podrían enfocarse en satisfacer la demanda doméstica, un mercado de más de 120 millones de consumidores. Este giro no solo reduciría la dependencia de EE.UU., sino que también generaría empleos locales en sectores como la construcción y la agroindustria, apoyado por políticas públicas que incentiven el consumo de productos nacionales.
Organizaciones como el Consejo Nacional de la Industria Maquiladora y Manufacturera de Exportación (index) proponen otra solución: fortalecer las cadenas de suministro regionales. Al trabajar de la mano con Canadá y otros aliados, México podría crear un bloque económico más resiliente, capaz de amortiguar el impacto de las políticas proteccionistas de Donald Trump y convertir la adversidad en una ventaja estratégica.
En conclusión, aunque los aranceles de EE.UU. representan un reto significativo para la industria mexicana y el empleo, también son una llamada a la acción para diversificar, innovar y fortalecer la economía desde adentro. Con una combinación de diplomacia efectiva, inversión en tecnología y un enfoque en el mercado interno, México tiene el potencial no solo de sobrevivir a esta tormenta, sino de salir más fuerte y consolidado en el escenario global.