Por Juan Pablo Ojeda
Apple, la compañía de la manzana mordida, se encuentra en una situación complicada con su esperada inteligencia artificial (IA), ‘Apple Intelligence’, que prometió como una herramienta esencial para sus productos, pero que a casi un año de su anuncio sigue sin cumplir con las expectativas. Durante la conferencia de desarrolladores WWDC en junio de 2024, Tim Cook, CEO de Apple, destacó que la IA sería fundamental para hacer sus dispositivos “más útiles y agradables”. Sin embargo, hasta hoy, las funciones implementadas han sido básicas en comparación con las de sus competidores.
A pesar de que Apple ha introducido algunas funcionalidades como la creación de emoticonos personalizados, el diseño de imágenes mediante texto y el acceso a ChatGPT de OpenAI, las características más esperadas siguen sin materializarse. Entre ellas se encontraba la promesa de que Siri, el asistente de voz de Apple, sería potenciado con IA para realizar tareas más complejas, como enviar artículos a un grupo o guardar direcciones a un contacto simplemente viéndolas en la pantalla. Sin embargo, el gigante tecnológico ha retrasado esta mejora y anunció que no será hasta 2026 cuando estos avances sean implementados de forma efectiva.
El retraso en la implementación de Siri con IA no es algo común para Apple, que históricamente ha sido conocida por no anunciar productos hasta tener la certeza de que cumplen con los más altos estándares de calidad. La falta de avances en su asistente virtual ha ocasionado frustración dentro de la empresa, y se han dado comentarios duros sobre los retrasos, lo que ha generado una reorganización interna en la compañía. La persona responsable de la IA, John Giannandrea, ha perdido la confianza de Tim Cook, quien ahora ha puesto a Mike Rockwell, creador de Vision Pro, como el nuevo encargado de dirigir el desarrollo de estos productos.
Además de la reestructuración interna, Apple enfrenta una demanda por publicidad engañosa, presentada en el Tribunal de Distrito de EE.UU. en San José. La demanda acusa a la compañía de hacer promesas no cumplidas sobre las capacidades de su IA, al anunciar mejoras de productos como el iPhone 16, cuando la tecnología aún no estaba lista. La demanda busca la certificación como clase colectiva, exigiendo una indemnización por daños a los consumidores que adquirieron dispositivos bajo la premisa de que contaban con la IA de Apple.
La situación de Apple resalta las dificultades que enfrenta en su intento de mantenerse a la vanguardia en inteligencia artificial, mientras enfrenta tanto presiones internas como externas. En este contexto, el futuro de su IA y de Siri se vuelve incierto, a medida que la competencia avanza rápidamente en la implementación de tecnologías similares.