La resistencia a los antibióticos se perfila como una de las mayores amenazas para la salud global en el siglo XXI. Un estudio reciente publicado en The Lancet advierte que, si no se implementan medidas efectivas, las enfermedades bacterianas resistentes a los antibióticos podrían causar más de 39 millones de muertes directas y 169 millones de fallecimientos indirectos en todo el mundo entre 2025 y 2050. Esto equivale a una víctima mortal cada cinco minutos a nivel global.
Para el año 2050, las muertes anuales atribuidas directamente a la resistencia a los antibióticos se estima que alcanzarán 1,91 millones, mientras que las muertes indirectas llegarán a 8,22 millones. Estas cifras representan un aumento del 68% y 75% respectivamente, en comparación con las muertes relacionadas con la resistencia a los antibióticos en 2022. Este incremento pone en riesgo no solo la salud de millones de personas, sino también la estabilidad de los sistemas sanitarios y las economías nacionales.
Los países de ingresos bajos y medios serán los más afectados, enfrentando una carga desproporcionada y tasas más altas de mortalidad. Regiones como África subsahariana y el sur de Asia, donde la tuberculosis multirresistente es particularmente prevalente, verán un aumento significativo en las muertes relacionadas con la resistencia a los antibióticos. Además, las enfermedades bacterianas resistentes comprometen el tratamiento de enfermedades comunes, lo que puede llevar a un aumento en la mortalidad por condiciones previamente tratables.
El impacto económico de la resistencia a los antibióticos es igualmente preocupante. Se prevé que para 2030, la pérdida anual del producto interno bruto (PIB) debido a esta crisis oscilará entre 1 y 3,4 billones de dólares. Estas pérdidas económicas derivan de la mayor carga sobre los sistemas de salud, la reducción de la productividad laboral y el aumento de los costos de tratamiento para enfermedades resistentes.
El estudio destaca que los adultos mayores de 70 años son particularmente vulnerables a las infecciones resistentes. Las muertes en este grupo etario podrían aumentar en más de un 80% entre 1990 y 2021, lo que subraya la necesidad de proteger a los segmentos más vulnerables de la población frente a esta amenaza creciente.
Ante esta emergencia, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha intensificado sus esfuerzos para mitigar la resistencia a los antibióticos. Como parte de su estrategia, la OMS está evaluando la eficacia de los antídotos disponibles y desarrollando modelos comunitarios para la adquisición, suministro y distribución de tratamientos. Estos modelos serán probados en África Occidental el próximo año, con el objetivo de asegurar un acceso más equitativo y eficiente a los tratamientos necesarios.
Además, el cambio climático se perfila como un factor que podría exacerbar la situación, alterando la distribución de las poblaciones de serpientes y aumentando el contacto entre humanos y especies venenosas. La OMS advierte que es probable que algunas especies se desplacen a nuevos entornos, incrementando el riesgo de mordeduras y complicando aún más los esfuerzos de control.
Dame Sally Davies, enviada especial del Reino Unido para la resistencia a los antimicrobianos y miembro del Grupo de Coordinación Interinstitucional de las Naciones Unidas sobre Resistencia a los Antimicrobianos, declaró: “Este estudio histórico confirma que el planeta se enfrenta a una emergencia antibiótica, con un costo humano devastador para familias y comunidades de todo el mundo”.
Con motivo del Día Internacional para crear conciencia sobre la resistencia a los antibióticos, programado para el 19 de septiembre, la comunidad global se prepara para la reunión de alto nivel de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Este evento será crucial para coordinar esfuerzos internacionales y establecer políticas efectivas que frenen el avance de esta amenaza silenciosa pero mortal.
La resistencia a los antibióticos no es solo un problema de salud pública, sino una crisis que amenaza el progreso médico y económico global. Para evitar que las previsiones de 2050 se conviertan en realidad, es imperativo que gobiernos, organizaciones internacionales y comunidades trabajen juntos para implementar medidas efectivas de prevención, tratamiento y control. Solo a través de una acción concertada se podrá salvaguardar la eficacia de los antibióticos y proteger a las generaciones futuras de esta creciente amenaza.