Por Juan Pablo Ojeda
En una nueva vuelta al drama diplomático, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha vuelto a encender las alarmas con sus declaraciones sobre la relación entre México y Estados Unidos. Todo comenzó cuando el embajador estadounidense en México, Ken Salazar, criticó la reciente reforma al Poder Judicial propuesta por el gobierno mexicano. Esta reforma, que busca que los ministros, jueces y magistrados sean elegidos por voto popular, ha desatado una serie de reacciones tanto en México como en la Casa Blanca.
El mandatario mexicano, en su conferencia de prensa matutina del 29 de agosto, dejó claro su malestar con lo que considera una intromisión en los asuntos internos del país. “De repente, en un asunto nuestro declara el embajador de Estados Unidos”, comentó López Obrador, refiriéndose a las críticas de Salazar. El presidente afirmó que, aunque el conflicto actual es incómodo, podría servir para poner las cosas en su lugar y fortalecer las relaciones entre ambos países, siempre y cuando haya un respeto mutuo por las soberanías.
López Obrador destacó que México y Estados Unidos se benefician mutuamente de una relación económica y social sólida, dada su proximidad geográfica y la interdependencia económica. “Nos conviene a los dos pueblos, sobre todo por nuestras fronteras porque nos complementamos”, explicó el presidente, subrayando la importancia de una integración económica que fortalezca a la región frente a otras partes del mundo.
Sin embargo, López Obrador dejó claro que para que esta relación prospere, debe haber un respeto total por la soberanía de México. Criticó lo que considera una actitud prepotente por parte de Estados Unidos, que, según él, se siente con derecho a intervenir en los asuntos mexicanos. “Todo va a depender del respeto a las soberanías; que no se actúe así porque eso es ofensivo”, señaló, haciendo hincapié en que el respeto mutuo es esencial para una relación equitativa.
En cuanto a la reforma al Poder Judicial, que ha generado preocupación en algunos círculos estadounidenses, el gobierno mexicano ha respondido con un llamado a la rectificación por parte de Estados Unidos. La reforma ha sido vista por el gobierno federal como una medida necesaria para fortalecer la democracia y el Estado de Derecho en México, mientras que las críticas del embajador Salazar se perciben como una injerencia en los asuntos internos del país.
El presidente López Obrador ha decidido poner una pausa en la relación con la Embajada de Estados Unidos, esperando que este periodo de tensión sirva para recalibrar la dinámica bilateral. El objetivo, según el presidente, es garantizar que cualquier relación futura se base en un respeto genuino y una igualdad de condiciones, en lugar de en imposiciones unilaterales.
Así, mientras las relaciones entre ambos países atraviesan un momento delicado, el mensaje de López Obrador es claro: el respeto a la soberanía nacional es innegociable, y cualquier avance en la relación bilateral debe estar fundamentado en ese principio. La espera ahora es por ver cómo se desarrollarán los próximos pasos en este complejo juego de diplomacia y política internacional.