Por Juan Pablo Ojeda
El presidente Andrés Manuel López Obrador, en su último informe de gobierno, se despidió de una Plaza del Zócalo llena de simpatizantes, funcionarios y gobernadores con una mezcla de orgullo y satisfacción. En su discurso, López Obrador expresó que se va a jubilar con la conciencia tranquila y muy contento, después de casi seis años en el poder.
Durante su intervención, López Obrador destacó los logros de su administración, mencionando que uno de sus mayores orgullos es haber reducido la pobreza y la desigualdad en México. Se mostró emocionado por el hecho de que, al finalizar su mandato, entregará la banda presidencial a Claudia Sheinbaum, a quien describió como una mujer excepcional, honesta, y de buen corazón, fiel a los principios de su movimiento de transformación.
“Me voy tranquilo porque entrego la presidencia a Claudia Sheinbaum, una defensora de la igualdad y la justicia”, dijo López Obrador, mientras los presentes respondían con vítores de ¡presidenta! ¡presidenta!
En su discurso, también destacó el orgullo de haber servido a un pueblo trabajador e inteligente, y subrayó la importancia de la nueva política de humanismo mexicano. Esta política, según él, se centra en atender a los más necesitados, mostrando que el verdadero poder solo tiene sentido cuando se pone al servicio de los demás.
López Obrador concluyó su intervención con un mensaje sobre la verdadera felicidad. “La felicidad no está en el dinero, las posesiones materiales o la fama. Es estar en paz con uno mismo, con la conciencia y con el prójimo”, reflexionó.
Así, con casi dos horas de discurso y una ovación final, el presidente saliente cerró su mandato dejando una estela de cambios y una promesa de continuidad con su sucesora, Claudia Sheinbaum.