Por Juan Pablo Ojeda
En medio de un clima político complicado y con crecientes tensiones en torno al Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), el presidente Andrés Manuel López Obrador se mostró optimista sobre un tema clave: la inversión extranjera en México. Según López Obrador, el país ha visto un notable incremento en la inversión directa, lo que ha permitido a México convertirse en el primer socio comercial de Estados Unidos.
En su reciente discurso, el presidente destacó que las cifras de inversión extranjera directa están en niveles récord, algo que no solo subraya la confianza internacional en la economía mexicana, sino que también fortalece la posición del país en el mercado global. Esta inversión es crucial porque genera empleos, impulsa el crecimiento económico y fortalece sectores clave como la manufactura, la tecnología y la industria.
Sin embargo, este panorama optimista contrasta con las tensiones que han surgido en torno al T-MEC. El acuerdo, que fue firmado para modernizar y fortalecer las relaciones comerciales entre los tres países de América del Norte, ha sido fuente de fricciones, especialmente con respecto a la reforma al Poder Judicial en México. Esta reforma ha suscitado preocupaciones entre los socios comerciales de México, quienes temen que pueda afectar la transparencia y el estado de derecho en el país.
A pesar de estas tensiones, López Obrador subrayó que la creciente inversión extranjera es una señal positiva de que el país sigue siendo atractivo para los inversores internacionales. Atribuyó este éxito a las políticas implementadas por su gobierno, que según él han creado un entorno favorable para los negocios.
El presidente también aprovechó para resaltar cómo, a pesar de los desafíos y las críticas, el gobierno ha mantenido un enfoque en atraer capital extranjero, lo que a su vez ayuda a sostener la economía y a mejorar la calidad de vida de los mexicanos.
El contraste entre la celebración de la inversión extranjera y las tensiones políticas en torno al T-MEC refleja un momento complejo para la política económica de México. Mientras el país sigue avanzando como un destino de inversión preferido, la gestión de las relaciones internacionales y las reformas internas seguirá siendo un desafío crucial para la administración de López Obrador.