Yucatán a 9 de agosto, 2024.- El proyecto del Tren Maya, uno de los desarrollos más ambiciosos del gobierno federal, se enfrenta a nuevas críticas tras denuncias de ambientalistas sobre la contaminación de acuíferos en el tramo 5 sur. Integrantes del movimiento Sélvame del Tren han documentado lo que consideran «remediaciones» ineficaces para evitar la dispersión de diésel en las aguas subterráneas, vitales para la península de Yucatán.
En una serie de imágenes compartidas en redes sociales, los ambientalistas mostraron métodos rudimentarios utilizados en las obras, incluyendo el uso de hamacas, botes de detergente y guardas improvisadas hechas con botellas de refresco para contener los escurrimientos de diésel. Esta situación, aseguran, ha persistido por más de dos años sin una intervención adecuada por parte de las autoridades, especialmente la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), que ha sido acusada de minimizar la gravedad del problema.
Guillermo D’Christy, un reconocido hidrólogo, criticó duramente estas prácticas. «¿En verdad creen que con esto el personal va a poder hacer un trabajo profesional? ¡Y sólo es un punto, que hemos hecho visible!», afirmó. D’Christy también advirtió sobre los daños irreparables a la fauna local, mencionando la muerte de decenas de pequeñas criaturas y la posible extinción del pez ciego endémico de la región, la dama blanca (Typhliasina pearsei), que debería estar protegido por ley.
La contaminación, según los ambientalistas, se transfiere a través del acuífero, afectando la fauna acuática y amenazando eventualmente los arrecifes de coral de la región. «Es tan sólo una muestra de lo que está ocurriendo a lo largo de al menos 70 km en el tramo del mal llamado Tren Maya», señaló D’Christy, refiriéndose a las 124 cavernas y cenotes identificados en la zona, muchos de los cuales podrían estar sufriendo el mismo destino sin que nadie lo note.
El Tren Maya, que ha sido defendido como un motor de desarrollo para el sureste mexicano, ahora se enfrenta a la creciente presión de las organizaciones ambientalistas que exigen soluciones reales y sostenibles para proteger uno de los ecosistemas más frágiles y valiosos de México.