Los alimentos ultraprocesados (UPF) dominan la dieta estadounidense, representando alrededor del 73% del suministro de alimentos según un reciente estudio del Network Science Institute de la Universidad Northeastern en 2024. Este elevado consumo es preocupante, dado los posibles vínculos de los UPF con enfermedades crónicas como el cáncer, la diabetes tipo 2 y la obesidad.
Los UPF se caracterizan por contener ingredientes no típicos de una cocina doméstica y resultan de procesos de fabricación industriales avanzados. Estos productos, que van desde golosinas y refrescos hasta pan integral empaquetado y yogur de frutas, presentan una compleja gama de opciones que dificultan su reducción en la dieta cotidiana.
Frente a esta realidad, Linia Patel, nutricionista y portavoz de la Asociación Dietética Británica, propone un enfoque pragmático para reducir el consumo de UPF. En lugar de eliminar completamente estos productos, Patel sugiere centrarse en disminuir su ingesta, promoviendo un equilibrio donde los alimentos integrales predominen en nuestra alimentación.
Patel recomienda revisar las etiquetas nutricionales como un paso crucial para comprender mejor lo que consumimos. Esta práctica permite realizar elecciones más informadas y adaptar nuestra dieta para reducir la presencia de UPF, que suelen ser bajos en fibra y altos en azúcares, grasas y sal.
La nutricionista también aconseja hacer elecciones inteligentes en cuanto a los snacks, optando por alternativas más saludables como una manzana con almendras, en lugar de productos altamente procesados. Además, entender y ajustar nuestros hábitos alimenticios según nuestras preferencias personales puede facilitar una transición más suave hacia una alimentación más saludable.
Este enfoque menos restrictivo, pero consciente, hacia la reducción de los UPF podría ser más sostenible a largo plazo, permitiendo ajustes graduales que reflejen las necesidades y capacidades individuales, sin comprometer el disfrute de la comida.