Los misterios del universo son vastos y profundos, y entre los fenómenos más intrigantes se encuentran los agujeros negros, conocidos por su poder de doblar el espacio-tiempo y capturar incluso a la luz. Un estudio reciente propone que los agujeros negros primordiales (PBH), que se formaron justo después del Big Bang, podrían estar influyendo en la órbita de la Tierra y otros cuerpos celestes.
A pesar de la distancia considerable—el agujero negro más cercano está a 1600 años luz—los investigadores sugieren que la Tierra podría estar sintiendo los efectos de estos PBH más a menudo de lo que se cree. Según el estudio publicado en arXiv, se estima que nuestro sistema solar podría cruzarse con ondas provocadas por estos PBH aproximadamente una vez cada 10 años, posiblemente alterando las órbitas planetarias.
La hipótesis de que estos PBH podrían estar compuestos de materia oscura abre nuevas puertas para la investigación científica. Si se confirma, esto podría permitir a los astrónomos estudiar la materia oscura más de cerca y entender mejor su influencia en el cosmos.
Los PBH son aún teóricos y no se ha demostrado su existencia de forma definitiva. Se cree que se formaron en regiones del espacio extremadamente calientes y densas poco después del Big Bang, transformándose en masas colosales y densas que podrían estar jugando un papel más activo en nuestro sistema solar de lo que se pensaba anteriormente.
Científicos de todo el mundo continúan sus investigaciones, utilizando datos de sistemas como el Horizons system de la NASA, para determinar la distancia exacta a la que un PBH puede afectar la órbita de los cuerpos en nuestro sistema solar sin causar daños catastróficos.