Por Bruno Cortés
Imagenes por Grok
En el Senado de la República, donde la política es más bien una telenovela de traiciones, alianzas y dramas, Adán Augusto López, el coordinador de Morena, se ha convertido en el centro de atención no precisamente por sus logros legislativos, sino por sus pleitos que parecen sacados de un guion de lucha libre. Desde sus desencuentros con los panistas hasta su reciente batalla campal con Ricardo Monreal, López está poniendo a prueba la paciencia de muchos en su propio partido.
Empecemos por el conato de bronca con los panistas. Imagínense, estamos en el Senado, donde supuestamente se hacen leyes y no se lanzan puñetazos, pero ahí estaba Adán Augusto, no precisamente para legislar, sino para meterse en un pleito que dejó a todos boquiabiertos. El 5 de diciembre, la cosa se puso fea cuando el senador panista Mario Vázquez se atrevió a criticar la pluralidad de Morena en tribuna. Lo que vino después fue un show de insultos y amenazas, con López y Miguel Ángel Yunes amagando con partirle la madre al panista. El presidente de la Mesa Directiva, Gerardo Fernández Noroña, tuvo que intervenir para que no se armara una trifulca de proporciones épicas.
Pero eso no es todo, porque dentro de la misma Morena, Adán Augusto ha encontrado su némesis en la figura de Ricardo Monreal, quien ahora dirige la bancada de Morena en la Cámara de Diputados. La disputa entre ambos no es por una simple diferencia de opiniones, sino por algo mucho más jugoso: contratos por 150 millones de pesos que López asegura fueron manejados con irregularidades durante la gestión de Monreal en el Senado. Monreal, por su parte, ha salido a defenderse con todo, asegurando que todo es una cortina de humo y que los contratos están limpios como su conciencia.
Este pleito ha desatado una guerra interna en Morena, con diputados tomando bandos como si fueran en la secundaria, unos respaldando a Monreal y otros distanciándose, mostrando una división que no ayuda en nada a la imagen de unidad que Morena tanto intenta proyectar. Fernández Noroña ha sugerido que esto es más bien una venganza personal que una cuestión de interés público, mientras que la presidenta Sheinbaum ha tenido que salir a pedir calma, tratando de apaciguar los ánimos como si mediara entre niños peleándose por un juguete.
Las consecuencias de estos eventos no son menores. Internamente, Morena muestra signos de desgaste y falta de cohesión, algo que puede ser peligroso en un año donde se necesitan todos los votos posibles para seguir adelante con la agenda del gobierno. A nivel externo, la cobertura mediática, tanto nacional como internacional, ha sido crítica, destacando el «choque de trenes» dentro de Morena, lo que no hace más que alimentar la narrativa de que el partido, y por ende el gobierno, están más enfocados en sus luchas internas que en gobernar.
Así que, ¿se está convirtiendo Adán Augusto López en un problema para el gobierno? La respuesta es un rotundo «¡Depende de a quién le preguntes!». Para los que buscan estabilidad y unidad, López es una espina en el costado. Para los que disfrutan del espectáculo, es el entretenimiento del año. Sin embargo, lo cierto es que estas peleas no solo distraen del trabajo legislativo, sino que también ponen en riesgo la imagen de un gobierno que prometió ser diferente.