En la tumultuosa escena de la seguridad pública en México, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) nos vendió un eslogan convertido en política: «Abrazos y No Balazos». Esta filosofía de gobierno, apuntando hacia la empatía y la comprensión más que hacia la fuerza bruta, ha generado división y controversia. Mientras la violencia sigue arrojando estadísticas rojas, AMLO minimiza el tema como si fuera parte de un guion de propaganda electoral. Pero ¿es efectiva su estrategia?
Un Pueblo en Fuga y la Batalla Olvidada en Chiapas
Lejos de los titulares de los periódicos y más cerca de la geografía olvidada, Chiapas se ha convertido en un sangriento tablero de ajedrez para los cárteles del narcotráfico. Más de 3,000 residentes de Frontera Comalapa han huido de su propio hogar, víctimas colaterales de una guerra entre el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). ¿Dónde quedan los «abrazos» cuando la tierra misma está bañada en sangre?
Secuestros y Muertes: El Costo Humano de la Política
Si algo demuestra la desaparición de Yolanda Sánchez Figueroa, alcaldesa de Cotija, Michoacán, y los asesinatos de funcionarios en diversas regiones del país, es que ni siquiera quienes están en el poder se sienten protegidos. Los asesinatos y secuestros no son estadísticas; son un termómetro social que nos dice que algo no está funcionando.
Protección Inexistente y Promesas Vacías
A pesar de anunciar un plan de protección para candidatas y candidatos, el gobierno sigue siendo ambiguamente misterioso sobre los detalles. Las promesas, como el aire, se desvanecen, pero los ataques no cesan.
Alternativas en el Horizonte: No Todo Está Perdido
Los expertos coinciden: necesitamos replantear la política de seguridad. Este replanteamiento pasa por una cooperación robusta entre las autoridades federales, estatales y locales. No menos importante es la implementación de medidas preventivas que ataquen las raíces del problema: la desigualdad, la pobreza y la falta de oportunidades.
Conclusión: Un Abrigo Contra las Balas
La estrategia de «abrazos y no balazos» resuena más como un deseo utópico que como una solución tangible. Frente a los desafíos evidentes y la escalada de violencia, es imprescindible que el gobierno de AMLO vaya más allá de los lemas y adopte acciones concretas y efectivas. Porque, al final del día, no se pueden abrazar los fantasmas de aquellos que han caído en la inseguridad que persiste en México.
Este análisis no solo cuestiona una estrategia, sino que pide un país más seguro donde los «abrazos» no sean un paliativo, sino una realidad vivida por una ciudadanía que, más que nunca, clama por paz.