El trastorno por comportamiento sexual compulsivo (TCSC) está captando cada vez más la atención de los profesionales de la salud sexual, debido a su prevalencia en aproximadamente el 8% de los hombres y el 2% de las mujeres a nivel mundial. Este trastorno, reconocido oficialmente en la Clasificación Internacional de Enfermedades de la OMS desde 2019, implica un patrón persistente de incapacidad para controlar impulsos sexuales intensos que resulta en comportamientos repetitivos.
Para ser diagnosticado con TCSC, es necesario cumplir con criterios específicos como comportamientos sexuales repetitivos que se vuelven el foco principal de la vida de una persona, intentos fallidos de control, continuidad a pesar de las consecuencias negativas, y la persistencia de la conducta sexual aunque no derive en placer. Estos síntomas deben provocar un malestar significativo durante un mínimo de seis meses.
El TCSC incluye varias manifestaciones como la masturbación compulsiva, el consumo de pornografía, y el cibersexo, siendo el problema con la pornografía el más prevalente, afectando aproximadamente al 80% de quienes buscan ayuda. La condición de «uso problemático de pornografía» (UPP) es especialmente relevante, caracterizándose por un consumo frecuente y compulsivo que conlleva a efectos negativos significativos en la vida de la persona.
Los estudios neurobiológicos muestran que el TCSC comparte similitudes con otras adicciones, como el consumo de drogas, en términos de impacto en el cerebro y alteraciones en la conectividad funcional de áreas clave como el sistema de recompensa.
A pesar de las críticas que argumentan la ausencia de características típicas de adicciones a sustancias, investigaciones recientes confirman que síntomas como la abstinencia y la tolerancia están presentes, especialmente entre adolescentes que consumen pornografía de manera compulsiva.
Este trastorno representa un desafío considerable para la comunidad científica y médica, pero muchos afectados han logrado superar estas conductas problemáticas con ayuda psicoterapéutica adecuada, demostrando que hay esperanza y soluciones efectivas para quienes sufren de TCSC.