Por Bruno Cortés
Después de las elecciones de 2024, el panorama político en México revela un claro dominio de Morena, el partido del presidente Andrés Manuel López Obrador, que se alzó con la victoria en 7 de las 9 gubernaturas en disputa. Sin embargo, en medio de un entorno electoral marcado por intervenciones presidenciales, el uso faccioso de programas sociales y la injerencia del crimen organizado, el Partido Acción Nacional (PAN) se mantiene como la segunda fuerza de oposición bajo la presidencia de Marko Cortés.
El PAN, a pesar de haber perdido Yucatán a manos de Morena, conserva el gobierno de cuatro estados, 14 ciudades capitales y 452 alcaldías, además de contar con 22 senadores y 79 diputados federales. Este balance lo posiciona como un actor relevante en la política mexicana, aunque los desafíos que enfrenta son enormes.
La sombra de la intervención gubernamental y del crimen organizado
El proceso electoral de 2024 estuvo lejos de ser limpio. Las denuncias de la oposición sobre la manipulación de los programas sociales por parte del gobierno federal fueron constantes. Según los líderes opositores, estos programas, financiados con los impuestos de los ciudadanos, fueron utilizados como herramientas electorales, una práctica que consideran inaceptable y antidemocrática.
El presidente López Obrador y sus «corcholatas» (candidatos preferidos) han sido señalados por intentar capitalizar estos beneficios sociales para obtener votos. La oposición insiste en que los programas sociales son un derecho constitucional que no pertenece a ningún partido político en particular.
Además, la presencia del crimen organizado en diversas regiones del país durante las elecciones puso en riesgo la libertad y seguridad de los votantes. La oposición ha pedido al Instituto Nacional Electoral (INE) y al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) que aseguren la integridad del voto y protejan los derechos de los ciudadanos en futuros comicios.
Marko Cortés y el reto de liderar la oposición
Bajo la presidencia de Marko Cortés, el PAN enfrenta una crisis interna derivada de los resultados electorales adversos. Sin embargo, su capacidad para gobernar en múltiples estados y ciudades demuestra que aún tiene una base sólida de apoyo. La tarea ahora es reconstruir y fortalecer el partido para consolidarse como una oposición efectiva frente al poderío de Morena.
La lucha por la segunda fuerza política en México no está decidida. Otros partidos de oposición, como el PRI y Movimiento Ciudadano, también buscan ese espacio. El PRI mantiene el control de Coahuila y Durango, mientras que MC gobierna Nuevo León y Jalisco. El PVEM, con San Luis Potosí, y el PRD, sin ninguna gubernatura, también juegan sus cartas en este tablero político.