En la reciente conferencia matutina de la presidenta Claudia Sheinbaum, Laura Velázquez, coordinadora de Protección Civil, presentó un desgarrador balance del huracán ‘John’, que tocó tierra como categoría 3 el 23 de septiembre en Marquelia, Guerrero. Este fenómeno natural ha dejado a su paso un total de 270,000 personas afectadas y 23 fallecidos en el estado, con Acapulco siendo el epicentro del desastre, donde las inundaciones cercaron más de 40,000 viviendas.
John no solo devastó Guerrero; su impacto se sintió en 22 municipios de Oaxaca y causó daños significativos en Michoacán. Durante cuatro días, las lluvias torrenciales acumuladas en Acapulco superaron los 1,000 milímetros, casi alcanzando la media anual de precipitaciones del estado en solo un fin de semana. Esta cifra es alarmante, teniendo en cuenta que representa el 85% de lo que normalmente llueve en un año.
Las comunidades de Guerrero se vieron gravemente afectadas: cerca de 31,500 personas en la región Montaña, 26,500 en el centro del estado, 21,000 en la Costa Chica, entre otras. Aunque el total de personas afectadas en Acapulco fue de más de 128,000, el impacto se sintió en todo el estado, poniendo de manifiesto las condiciones de vulnerabilidad en las que viven muchos ciudadanos.
El huracán se suma a las secuelas dejadas por el huracán Otis, que en octubre del año anterior dejó 52 muertos y numerosos desaparecidos. Velázquez enfatizó que las históricas condiciones de desigualdad y la invasión de cuerpos de agua en Acapulco complican la situación, exponiendo a muchas familias a la incertidumbre y al peligro.
El gobierno ha desplegado esfuerzos significativos para ayudar a las personas afectadas, evacuando a más de 10,000 individuos de áreas de riesgo y distribuyendo más de 100,000 despensas. Claudia Sheinbaum anunció un apoyo inicial de 8,000 pesos para la limpieza de las casas y destacó la prioridad de restablecer el servicio de agua en Acapulco, que ha sido gravemente dañado.
A medida que Guerrero se recupera de esta nueva tragedia, la importancia de construir comunidades resilientes y preparadas para enfrentar desastres naturales se vuelve más evidente. La lucha por la recuperación continúa, y las autoridades trabajan incansablemente para brindar apoyo y restablecer la normalidad en la región.