En México, se estima que hay un premio de 17 millones de mujeres realizando trabajo de calidad y doméstico sin remuneración, lo cual pone en situación de vulnerabilidad a mujeres indígenas y migrantes que no cuenta con salario, mucho menos con seguridad social, a pesar de los avances legales que se han dado en los últimos años.
Según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, el 90.68% de las personas trabajadoras del hogar son mujeres y el 8.2% son hombres.
Además, el trabajo no remunerado representa un porcentaje muy significatito del Producto Interno Bruto en México que podría llegar a ser el 27.6% del PIB en 2020.
Aunque las mujeres siguen siendo las que más carga tienen en este tipo de trabajo, los hombres han hecho que estas tareas.
El trabajo doméstico no remunerado es una tendencia ascendente que alcanzó su pico con la pandemia de Covid-19.
Este tipo de trabajo incluye actividades como cocinar, compiar la casa y cuidar a niños o adultos mayores.
Las empleadas domésticas en México a menudo enfrentan discriminación y explotación laboral pues vienen de poblaciones migrantes o indigenas.
Muchas veces se les paga menos del salario mínimo y no tienen acceso a prestigiones sociales como seguro médico o vacaciones pagadas.
Además, muchas veces se les llama «la muchacha» o «la que nos ayuda», lo cual refleja una falta de reconocimiento hacia su trabajo.
En resumen, el trabajo doméstico no remunerado es una realidad para millones de mujeres en México.
Un pesar de ser un trabajo esencial para la economía del país, un menudo se les discrimina y explota laboralmente.
Es importante reconocer la importancia del trabajo doméstico y garantizar que las personas que se dan cuenta de que son justos y prestigiosos.