10 mil voces leen por la democracia en el primer Lectódromo de la CDMX

CDMX, 22 de abril de 2025 — El corazón de la Ciudad de México latió al ritmo de las palabras. Con motivo del Día Internacional del Libro, el Zócalo capitalino se transformó en un inmenso salón de lectura a cielo abierto con el primer Lectódromo, una jornada que reunió a más de 10 mil lectoras y lectores decididos a convertir la lectura en un acto colectivo, político y profundamente humano.

La jefa de Gobierno, Clara Brugada Molina, encabezó esta histórica jornada, y con un libro en mano lanzó un poderoso mensaje: “Leer es un acto de resistencia, un derecho y una herramienta para fortalecer la democracia”. Desde el templete central, compartió con el público el poema Desde donde posan las águilas, abriendo así un maratón de voces que rindieron homenaje al libro y a quienes lo habitan.

“Esta ciudad que es capital de todas y todos los mexicanos también es una gran capital literaria del mundo. Aquí se lee, se escribe y se publica como en pocas partes del planeta”, afirmó Brugada, mientras las páginas se pasaban en miles de manos y la palabra tomaba el espacio público como trinchera de libertad.

El Lectódromo fue un verdadero desfile literario. El poeta Mardonio Carballo emocionó al público con un poema en náhuatl; Horacio Franco interpretó con voz la historia de Narciso, de Oscar Wilde; Paloma Saiz conmovió con la Carta a Vala Nureddin, de Nazim Hikmet; Fernanda Tapia y Andrés Carreño trajeron humor y reflexión con su lectura de Familias Monstruosas, y Fernando Rivera Calderón estremeció con Los que sobran, un poema de su autoría.

El evento fue también una fiesta del libro en lo físico: muchas y muchos llevaron sus ejemplares para leer en voz alta, mientras otros se sumaron con libros distribuidos gratuitamente por el Fondo de Cultura Económica, que donó cientos de títulos al público asistente.

“El Lectódromo no sólo es una celebración cultural, es un acto de justicia social —subrayó Brugada—. Leer es una forma de escuchar en tiempos de ruido. Es una forma de pensar en tiempos de prisa”.

Así, el Zócalo se vistió de letras, demostrando que en esta Ciudad de México, la lectura es revolución, es resistencia y es esperanza. Un eco de páginas leídas en voz alta quedó flotando en el aire, como un recordatorio de que la democracia también se escribe, se lee y se comparte.

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