El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca trae consigo un desafío mayúsculo para México, especialmente en el ámbito comercial. Desde el inicio de su campaña, Trump dejó claras sus intenciones: endurecer las políticas migratorias y aplicar aranceles elevados a los productos mexicanos si el flujo migratorio no se controla. Estas medidas no solo representarían un duro golpe para la economía mexicana, sino que también podrían desestabilizar el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), uno de los acuerdos comerciales más importantes de la región.
Trump ha sido directo al anunciar su plan de imponer aranceles de hasta el 100% sobre los bienes importados desde México. En un primer paso, promete un arancel inicial del 25%, una cifra que pondría en aprietos a múltiples industrias mexicanas dependientes del mercado estadounidense. Y aunque este tipo de tarifas también impactaría los bolsillos de los consumidores de EE.UU., el mensaje del nuevo presidente estadounidense es claro: México debe responder ante los problemas de migración y narcotráfico que, según él, afectan a ambos países.
Para México, esta estrategia significa un posible reajuste en la dinámica comercial con su principal socio. Los productos mexicanos, desde alimentos hasta manufactura, podrían enfrentar un incremento en sus costos para los consumidores estadounidenses, reavivando la inflación y desestabilizando las cadenas de suministro. Los economistas advierten que el costo anual de un arancel del 25% podría representar hasta 100 mil millones de dólares adicionales para los consumidores estadounidenses, una cifra que sin duda tiene el potencial de complicar la relación económica entre ambos países.
En el ámbito migratorio, Trump ha mantenido su postura de “tolerancia cero”. Desde su campaña, dejó en claro que buscará presionar al gobierno mexicano para endurecer el control en la frontera sur. Y no solo eso: el nuevo presidente planea informar a la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, sobre estas medidas apenas inicie su mandato. Para Trump, México debe asumir una responsabilidad directa en la contención de migrantes y del flujo de drogas, una retórica que podría llevar a tensiones diplomáticas importantes entre ambos gobiernos.
A pesar de los desafíos que esto representa, también es una oportunidad para que el nuevo gobierno mexicano responda con diplomacia y claridad, protegiendo sus intereses sin dejar de lado la cooperación regional. Con su retorno, Trump no solo cambia el panorama político en Estados Unidos, sino que también redefine las reglas del juego para su vecino del sur. Así que, si quieres entender cómo este nuevo capítulo de Trump en la Casa Blanca podría impactar el futuro económico y político de México, este artículo es para ti.