Donald Trump, próximo a tomar posesión como el 47° presidente de Estados Unidos, ha vuelto a sorprender con su persistente fijación por Groenlandia, un territorio autónomo de Dinamarca. Desde su primera presidencia, cuando propuso comprar la isla y recibió un rotundo “no” de Dinamarca, hasta sus recientes declaraciones como presidente electo, Trump ha intensificado su retórica, sugiriendo incluso el uso de la fuerza para tomar control del territorio.
Durante una conferencia de prensa en Mar-A-Lago, Trump reiteró sus ambiciones de anexionarse Groenlandia y el Canal de Panamá, argumentando razones de “seguridad económica”. Cuando se le preguntó si descartaba acciones militares, respondió que no podía hacerlo. Este tipo de comentarios han generado indignación internacional y desconcierto en la Unión Europea, que ve en sus palabras una amenaza no solo a la estabilidad regional, sino al principio de inviolabilidad de las fronteras que sostiene el orden mundial desde la Segunda Guerra Mundial.
Olaf Scholz, canciller de Alemania, calificó las declaraciones de Trump como una amenaza directa al principio de inviolabilidad de las fronteras, un pilar del derecho internacional. “Este principio se aplica a cualquier país, grande o pequeño”, declaró Scholz en Berlín, haciendo una comparación implícita con la invasión de Rusia a Ucrania. Añadió que cualquier intento de modificar las fronteras mediante la fuerza debe ser condenado de manera categórica.
Por su parte, el secretario de Estado saliente de Estados Unidos, Antony Blinken, minimizó la viabilidad de las amenazas de Trump, afirmando que “obviamente eso no va a suceder”. Dinamarca, a través de su canciller Lars Løkke Rasmussen, se mostró “abierta al diálogo” para reforzar la cooperación ártica con Estados Unidos, subrayando que Groenlandia sigue siendo territorio danés. Rasmussen enfatizó que este tipo de incidentes deben abordarse con diplomacia y no con confrontación.
Rasmus Jarlov, un político conservador y miembro del Parlamento danés, calificó el comportamiento de Trump como una falta de respeto hacia un aliado fiel. “Este nivel de desprecio hacia un socio leal es sin precedentes y profundamente preocupante”, expresó Jarlov en redes sociales. El gobierno francés también denunció las declaraciones de Trump como una “forma de imperialismo” y recordó que Groenlandia, aunque es un territorio autónomo, forma parte de la esfera de la Unión Europea.
Durante su primera presidencia, Trump expresó su interés en comprar Groenlandia, lo que fue rechazado de inmediato por Dinamarca. La creciente atención por esta nación resalta su importancia estratégica y económica. Con vastos recursos naturales y una ubicación geopolítica clave, la isla ha sido objeto de interés no solo de Estados Unidos, sino también de otros actores globales como China y Rusia.
Ahora, con Trump Jr. visitando Groenlandia y publicando fotos en redes sociales con simpatizantes que portaban gorras “Make America Great Again”, la tensión diplomática se reaviva. Estas imágenes han generado controversia y críticas tanto en Dinamarca como en Groenlandia, donde muchos consideran estas acciones como una provocación innecesaria.
Mientras tanto, Trump ha intentado justificar su postura al vincular Groenlandia con la seguridad global. “Groenlandia y el mundo libre necesitan seguridad, fortaleza y paz”, afirmó en su plataforma Truth Social, rematando con un slogan: “Make Greenland Great Again”. Aunque la anexión de Groenlandia parece improbable, las declaraciones de Trump ponen en jaque la estabilidad diplomática en el Ártico y revelan una vez más el estilo confrontativo que caracteriza su política exterior.