Por Juan Pablo Ojeda
Un equipo de científicos y maestros de la Universidad de Sonora ha logrado recrear el Mecanismo de Anticitera, la computadora mecánica más antigua de la humanidad, que estuvo sumergida más de 2 mil años en el mar Mediterráneo. Esta sorprendente máquina, que se remonta al siglo II a.C., era capaz de predecir eclipses, calcular posiciones astronómicas y registrar el paso de los días con una precisión notable para su época.
El Mecanismo de Anticitera fue descubierto en 1901 por buceadores que exploraban el fondo marino cerca de la isla griega de Antikythera. Aunque el dispositivo original estaba roto en varios fragmentos, sus restos, que fueron restaurados parcialmente, demostraron ser un precursor de las computadoras modernas. Gracias al uso de tecnologías avanzadas, como rayos X y tomografía computarizada, los científicos han podido estudiar los componentes del mecanismo y comprender mejor su funcionamiento.
Una visión del universo antiguo
Raúl Pérez Enríquez, profesor e investigador de la Universidad de Sonora, explicó que el Mecanismo de Anticitera ofrece una ventana única al conocimiento astronómico de las civilizaciones antiguas. «Es el universo del mundo antiguo visto desde una perspectiva nueva», señaló. A través de esta réplica, los investigadores han podido observar cómo los antiguos griegos comprendían la disposición del cosmos, con la Tierra en el centro y los planetas girando a su alrededor. Esta máquina representa no solo un avance técnico, sino también una manifestación del conocimiento científico de la Grecia clásica.
La réplica monumental en México
El mecanismo original, que se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional de Atenas, mide alrededor de 34 centímetros de ancho, 18 de profundidad y 9 de altura, similar a una caja de zapatos. Sin embargo, la réplica realizada por los científicos de la Universidad de Sonora es de tamaño monumental: más de tres metros de alto. Según el doctor Julio Saucedo Morales, una de las principales diferencias entre el original y la réplica radica en el tamaño de los engranajes. «Los engranajes de la réplica en Sonora son hasta 100 veces más grandes en volumen y masa que los del mecanismo original», explicó Saucedo.
Esta diferencia en tamaño fue necesaria para facilitar su estudio y asegurar que los engranajes pudieran funcionar con precisión. Además, el proceso de construcción requirió un análisis exhaustivo de los fragmentos sobrevivientes del mecanismo original, así como de la disposición y los diámetros de los engranajes, para reproducirlo en escala real.
Uso de tecnologías avanzadas en su recreación
El proyecto de recreación del Mecanismo de Anticitera no habría sido posible sin el uso de tecnologías modernas. El profesor Ezequiel Rodríguez Jauregui destacó la colaboración internacional entre científicos de México, Grecia y Sonora, quienes aprovecharon tecnologías como rayos X y tomografías computarizadas para estudiar los fragmentos del mecanismo original. «Gracias a la tomografía computarizada, logramos restaurar gran parte del mecanismo y leer gran parte de su manual de funcionamiento», explicó Rodríguez.
Una de las grandes sorpresas que los científicos han descubierto es que el Mecanismo de Anticitera no solo predice eclipses, sino que también incluye una especie de calendario de los Juegos Olímpicos antiguos. Esta máquina, que muchos comparan con un planetario, era capaz de calcular eventos astronómicos con una precisión impresionante para su época.
Un legado científico para el futuro
El interés por el Mecanismo de Anticitera sigue vivo, y el nuevo estudio realizado por la Universidad de Glasgow ha revelado aún más detalles sobre su funcionamiento. Los investigadores descubrieron que el dispositivo estaba basado en un calendario lunar griego, con entre 354 y 355 agujeros, desafiando la creencia previa de que el mecanismo seguía un calendario solar egipcio.
La réplica monumental del Mecanismo de Anticitera, construida en Sonora, está abierta al público en la Universidad de Sonora y se espera que sea un centro de estudios científicos. «Este es el único mecanismo a gran escala y funcional del mundo», advirtió Rodríguez, destacando la importancia de este logro para la ciencia y la tecnología. Los estudios sobre este dispositivo continúan, y su recreación ofrece a los científicos una oportunidad única de desentrañar aún más secretos de la máquina más avanzada de la antigüedad.