OpenAI, la compañía detrás de ChatGPT, está decidida a dar un paso crucial hacia la independencia tecnológica al desarrollar su propio chip de inteligencia artificial (IA), con miras a lanzarlo en 2026. Con más de 200 millones de usuarios en todo el mundo, los sistemas de OpenAI, especialmente ChatGPT, requieren una capacidad de cómputo monumental para procesar y entrenar modelos avanzados. Hasta ahora, la empresa ha dependido de las GPUs de Nvidia, pero con el diseño de un chip propio busca reducir costos y enfrentar la creciente escasez de componentes.
Alianzas estratégicas: Broadcom, TSMC y otras grandes del sector
OpenAI ha formado alianzas con gigantes como Broadcom, TSMC, AMD y Nvidia para hacer realidad su visión de un chip propio, diseñado internamente pero fabricado a través de acuerdos con terceros. TSMC, el fabricante líder de semiconductores que cuenta entre sus clientes con Apple y Nvidia, ha asegurado la capacidad de fabricación de los chips de OpenAI, lo que le permitirá a la empresa iniciar la producción de su primer procesador exclusivo en 2026.
La colaboración con Broadcom ha sido clave, ya que esta compañía ha ayudado a desarrollar el primer chip de inferencia de OpenAI, aprovechando su experiencia en proyectos similares con Google. Además, OpenAI ha reunido un equipo de aproximadamente 20 expertos en diseño de chips, entre ellos Thomas Norrie y Richard Ho, con experiencia previa en Google, para liderar el desarrollo del hardware de la empresa.
La motivación de OpenAI para diseñar su propio chip no es solo tecnológica; también busca reducir los elevados costos de operar sus sistemas de IA. La dependencia de GPUs de terceros, especialmente de Nvidia, ha sido una limitante en términos de gastos, y tener su propio hardware podría darle a OpenAI un control total sobre su infraestructura de cómputo y mayor flexibilidad en el escalado de sus modelos.
Desde el año pasado, Sam Altman, CEO de OpenAI, ha demostrado un interés estratégico en el sector de chips de IA, invirtiendo más de un millón de dólares en la startup Rain AI y comprometiendo una suma de 51 millones de dólares para asegurar el suministro de componentes críticos para sus proyectos de inteligencia artificial. Esta estrategia responde también a los altos costos y la escasez de chips en el mercado, lo que ha motivado a OpenAI a reducir su dependencia de terceros y asegurar un suministro más estable.
La historia de OpenAI y su incursión en el desarrollo de chips incluye decisiones empresariales que pudieron cambiar su rumbo. Hace siete años, Intel tuvo la oportunidad de adquirir un 15% de OpenAI por 1,000 millones de dólares en efectivo, con la posibilidad de obtener otro 15% si fabricaba chips específicos para la startup a precio de costo. Sin embargo, el entonces CEO de Intel, Bob Swan, optó por no invertir, argumentando que la inteligencia artificial generativa no tendría un impacto significativo en el corto plazo. Este movimiento dejó a OpenAI el camino abierto para buscar otras opciones estratégicas que hoy la posicionan en el desarrollo de su propio hardware.
El lanzamiento del chip propio de OpenAI en 2026 podría transformar el panorama de la inteligencia artificial, no solo por la capacidad tecnológica que aportará a la empresa, sino también por el precedente que marca en cuanto a independencia y control en el sector de IA.