La noche de celebraciones de Año Nuevo en Nueva Orleans se tornó en pesadilla cuando, alrededor de las 3:15 de la mañana, un camión blanco se lanzó a gran velocidad sobre la multitud reunida en la siempre animada Bourbon Street. La algarabía de la fiesta fue reemplazada por gritos de horror y pánico mientras el conductor, después de atropellar a varias personas, salió del vehículo y comenzó a disparar. La escena se convirtió en un caos absoluto, con cuerpos en el pavimento y ciudadanos intentando huir del peligro.
Testigos describieron la escena como una «película de terror real», con Kevin García, un joven de 22 años, relatando cómo «un cuerpo voló hacia mí» mientras el camión arremetía contra la multitud. La respuesta de la policía fue inmediata, enfrentándose a tiros con el atacante, quien finalmente fue abatido en el lugar. La valentía de los oficiales fue evidente, con imágenes de agentes corriendo hacia el peligro para proteger a los presentes, mostrando una imagen de heroísmo en medio del caos.
La alcaldesa LaToya Cantrell, visiblemente afectada, describió el incidente como un «ataque terrorista» durante una conferencia de prensa temprana, aunque el FBI, a través de su agente especial Aletha Duncan, indicó que aún no se había confirmado esa clasificación oficialmente. La ciudad, conocida por su vibrante cultura y celebraciones, se enfrenta ahora a un día de luto en lugar de alegría, con las festividades bruscamente interrumpidas por esta tragedia.
El impacto en la comunidad es palpable; las calles que normalmente vibran con música y risas estaban desiertas, envueltas en una atmósfera de silencio y duelo. La solidaridad ha comenzado a aflorar, con vecinos y turistas prestando ayuda a los heridos y ofreciendo consuelo a los afectados. Los hospitales locales se llenaron rápidamente, tratando de salvar vidas y atender a los heridos, con un despliegue de emergencias sin precedentes en la ciudad.
La investigación está siendo liderada por el FBI, quienes encontraron lo que podría ser un dispositivo explosivo improvisado, aunque aún no se ha confirmado su funcionalidad. La presencia de este artefacto agrega una capa de complejidad a la investigación, sugiriendo que el incidente podría ser más que un acto de violencia aislado. Las autoridades están revisando videos de seguridad y entrevistando testigos para reconstruir la secuencia de eventos y determinar cualquier conexión con grupos terroristas o motivos personales.
El gobernador de Luisiana, Jeff Landry, ha pedido a la comunidad que se una en oración por las víctimas y por los primeros respondedores que actuaron heroicamente. La ciudad de Nueva Orleans, que ya ha pasado por numerosas pruebas a lo largo de su historia, ahora enfrenta la tarea de sanar no solo las heridas físicas de sus ciudadanos sino también las emocionales y psicológicas. El espíritu resiliente de la ciudad será puesto a prueba una vez más, en un año que comenzó con una tragedia que nadie esperaba.
Este atropellamiento masivo ha dejado una marca indeleble en la memoria de quienes lo presenciaron y en la historia de la ciudad, recordando a todos que incluso en medio de la celebración, la tragedia puede acechar. La ciudad espera respuestas mientras se prepara para llorar a sus muertos y apoyar a los sobrevivientes en su camino hacia la recuperación.