Este 7 de noviembre se cumplen 157 años del nacimiento de Marie Curie (1867-1934), la científica polaca nacionalizada francesa que revolucionó el campo de la radiactividad junto a su esposo Pierre Curie. Fue la primera mujer en recibir un Premio Nobel, la primera persona en ganar dos Nobel en diferentes disciplinas —Física y Química— y la primera mujer en ocupar una cátedra en la Universidad de París.
Nacida como Maria Salomea Skłodowska en Varsovia, Polonia, Marie mostró desde joven un profundo interés por la ciencia. Debido a las restricciones educativas para las mujeres en su país natal, estudió de forma clandestina en la Universidad Flotante de Varsovia. A los 24 años, se trasladó a París para continuar sus estudios en la Sorbona, donde conoció a Pierre Curie, con quien compartiría su vida y trabajo científico.
Juntos, los Curie realizaron descubrimientos fundamentales en el campo de la radiactividad, término que Marie acuñó. En 1898, descubrieron dos nuevos elementos químicos: el polonio, nombrado así en honor a Polonia, y el radio. Su trabajo les valió el Premio Nobel de Física en 1903, compartido con Henri Becquerel. Posteriormente, en 1911, Marie recibió en solitario el Premio Nobel de Química por sus investigaciones sobre el radio y sus compuestos.
A lo largo de su vida, Marie Curie dejó profundas reflexiones sobre la ciencia y la humanidad. Creía firmemente que «nada en la vida debe ser temido, solo comprendido». Destacaba la importancia de la perseverancia y la confianza en uno mismo, afirmando que el camino del progreso no es ni rápido ni fácil.
Además de sus logros científicos, fundó el Instituto Curie en París y en Varsovia, que hoy en día siguen siendo centros líderes en investigación médica. Durante la Primera Guerra Mundial, desarrolló unidades móviles de rayos X para ayudar en el tratamiento de soldados heridos, contribuyendo significativamente al avance de la medicina radiológica.
Marie Curie falleció el 4 de julio de 1934 a los 66 años, víctima de una anemia aplásica causada por su prolongada exposición a la radiación. Su legado perdura como símbolo de dedicación, sacrificio y pasión por la ciencia, inspirando a generaciones de mujeres y hombres en todo el mundo.