Por Juan Pablo Ojeda
El senador por Morena y presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Senado de la República, Javier Corral, reconoció que Rosario Piedra Ibarra, actual titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), no estuvo entre los aspirantes mejor evaluados para ocupar nuevamente la presidencia de esta institución. Sin embargo, su inclusión en la terna fue el resultado de un cálculo político, en el que primaron las voces de aquellos que buscan su reelección al frente del organismo autónomo.
En una reciente reunión de las Comisiones unidas de Derechos Humanos y de Justicia del Senado, Corral expuso que, de los 15 candidatos evaluados en el proceso de selección, los cinco más altos en calificación fueron Nashieli Ramírez, Tania Ramírez, Paulina Hernández, Karla Alejandra Obregón y Carlos Pérez Vázquez, dejando a Piedra Ibarra fuera del grupo de los mejores perfiles. A pesar de ello, la actual presidenta de la CNDH fue incluida en la terna final, una decisión que, según el senador, responde a la necesidad de alcanzar un consenso político.
«Escuchando las voces de quienes buscan su reelección, Rosario Piedra fue incluida en la terna. No solo se trata de elegir los perfiles mejor evaluados, sino también de conseguir el mayor consenso posible entre los grupos parlamentarios», explicó Corral durante la sesión. Esto abre el debate sobre la politización del proceso de selección, en el cual no solo se ponderaron los méritos de los aspirantes, sino también las negociaciones políticas que se dieron dentro del Senado.
El presidente de la Comisión de Derechos Humanos defendió la decisión de considerar a Rosario Piedra Ibarra como una opción para evitar una reelección directa, un mecanismo previsto en la ley pero que habría generado más polémica, debido a los cuestionamientos de diversos miembros del Senado que consideraron inapropiado incluir a una persona que ocupó el último lugar en las evaluaciones.
Por su parte, la senadora Alejandra Barrales, de Movimiento Ciudadano, cuestionó duramente la inclusión de Piedra Ibarra en la terna. Durante las audiencias y el parlamento abierto en las que los aspirantes fueron sometidos a evaluación, hubo numerosas voces que expresaron su inconformidad con la gestión de la actual titular de la CNDH, quien, según los criterios establecidos, figuró entre los peores evaluados.
La crítica de Barrales y de otros senadores de la oposición fue respaldada por organizaciones civiles, que también participaron en el proceso de selección y que señalaron diversas deficiencias en la gestión de Rosario Piedra al frente de la CNDH. Estas organizaciones, como parte fundamental del mecanismo de evaluación, manifestaron su desacuerdo con la forma en que la institución ha operado durante su gestión, especialmente en lo que respecta a la defensa de los derechos humanos en el país.
El proceso de selección para la presidencia de la CNDH ha sido uno de los más controversiales en los últimos tiempos, ya que ha puesto en evidencia las tensiones entre los criterios técnicos de evaluación y las consideraciones políticas dentro del Senado. En este contexto, la figura de Rosario Piedra Ibarra se ha convertido en un punto de fricción, tanto dentro del poder legislativo como en la sociedad civil.
Con el país atravesando uno de los periodos más críticos en términos de violaciones a los derechos humanos, la elección de la nueva o nuevo titular de la CNDH es clave para determinar la dirección en la que se desarrollará la defensa de los derechos fundamentales de los mexicanos. Sin embargo, lo que parecía ser un proceso orientado a elegir a los perfiles más capacitados y comprometidos con la causa, ha quedado marcado por los intereses políticos y las tensiones partidistas, lo que podría afectar la credibilidad y eficacia de la institución en los próximos años.