Por Bruno Cortés
En un ambiente cargado de expectación, el recinto histórico del Senado de la República, ubicado en la emblemática calle de Xicoténcatl, se convirtió en el escenario de un proceso electoral sin precedentes. Los aspirantes, vestidos con sus mejores atuendos de profesionalismo, llegaron con expedientes en mano, listos para enfrentar la evaluación que podría cambiar el curso de sus carreras jurídicas.
A través de grandes ventanales, se podía observar a los participantes ingresar al salón, algunos con un paso firme y otros con el nerviosismo palpable de quienes saben que están a un paso de la historia. Las entrevistas, gestionadas directamente por los integrantes del Comité, se realizaron tanto en formato presencial como virtual, adaptándose a los desafíos de la era digital.
El Comité, compuesto por personalidades como Ana Patricia Briseño Torres, Andrés Norberto García Repper Favila, y otros, parecía más un jurado de un concurso de talentos que una comisión legislativa. Cada aspirante tenía apenas unos minutos para demostrar no solo su conocimiento, sino también su integridad y aptitud para los altos cargos judiciales.
Entre los candidatos, se destacaban figuras conocidas del ámbito jurídico y político, como antiguos fiscales y abogados de renombre, pero también había rostros nuevos, juristas que ven en esta oportunidad la posibilidad de contribuir a la transformación del sistema judicial mexicano. La sala, con su decorado clásico y sobrio, contrastaba con la modernidad de las cámaras web y las pantallas de computadora, en las que algunos participantes aparecían desde distintas partes del país.
Cada entrevista era una suerte de esgrima verbal, donde preguntas sobre ética, conocimientos legales y experiencia práctica se cruzaban con respuestas meditadas o espontáneas. Se podía sentir en el aire la tensión, pero también la emoción de participar en un proceso que busca transparentar y democratizar la elección de los jueces, magistrados y ministros que serán los guardianes de la justicia en México.
Fuera del recinto, la prensa y el público aguardaban ansiosos por las primeras impresiones de los candidatos al salir. Las declaraciones eran variadas; algunos salían con optimismo, narrando la experiencia como una de las más desafiantes de sus carreras, mientras otros se mostraban reservados, conscientes de que la decisión final estaba aún por venir.
Este proceso, que concluirá a principios de febrero, promete ser un hito en la historia judicial de México, no solo por la renovación de cargos, sino por el método, la transparencia y la participación que implica. Será un capítulo nuevo en la narrativa de un país que busca una justicia más accesible y equitativa, donde cada entrevista es un paso hacia ese objetivo.