Por Bruno Cortés
Cuando se trata de fútbol, México siempre da de qué hablar, pero lo que sucedió la noche del 19 de noviembre de 2024 en el Estadio Nemesio Diez fue algo digno de aplaudir hasta quedarse sin voz. La selección mexicana llegó al partido de vuelta contra Honduras con una desventaja de 0-2, pero salió al campo decidida a escribir una nueva historia. ¿El resultado? Una goleada espectacular de 4-0 que hizo vibrar a la afición y selló su pase a las semifinales de la Concacaf Nations League.
Un inicio de ensueño
Desde que sonó el silbatazo inicial, México dejó claro que no iba a esperar sentado. ¡Ni un minuto! Apenas a los 55 segundos, Luis Romo sacó un disparo desde fuera del área que terminó incrustándose en la red hondureña. Ese gol no solo levantó a la afición de sus asientos, sino que también encendió el motor del equipo.
El control del juego fue absoluto. Al minuto 23, otra vez Romo, esta vez de cabeza, puso el 2-0 tras un tiro de esquina perfectamente cobrado por Jesús Gallardo. La primera mitad terminó con México dominando no solo el marcador, sino también el ánimo del partido.
Un segundo tiempo para la historia
La segunda mitad no aflojó en intensidad. Apenas al 52’, Orbelín Pineda dejó boquiabiertos a todos con una jugada individual que culminó en un golazo. Pero aún faltaba más. Al minuto 64, Luis Chávez encontró un rebote en el área y lo mandó directo al fondo de la portería para cerrar la goleada.
El estadio era una fiesta. Cánticos, banderas y un mar de emociones envolvieron el Nemesio Diez mientras los jugadores celebraban cada tanto con pasión desbordante.
Aplausos al Vasco Aguirre
El director técnico Javier «El Vasco» Aguirre fue una pieza clave en esta hazaña. Realizó ocho cambios en la alineación titular, apostando por jugadores con hambre de triunfo, y la estrategia le salió de lujo. Al final del partido, Aguirre expresó su orgullo por la actitud guerrera del equipo: «Esto es México, nunca nos damos por vencidos».
El impacto más allá del marcador
La victoria no solo aseguró el pase a semifinales, sino que también garantizó el boleto de México a la próxima Copa Oro. Además, este triunfo fue una respuesta contundente a las críticas que el equipo había recibido en los últimos meses.
La afición también jugó su papel. El estadio lleno, con un ambiente electrizante, fue el motor adicional que empujó a los jugadores a darlo todo.
¿Qué sigue?
Con la moral por las nubes, México ahora se prepara para enfrentar a potencias como Estados Unidos, Panamá y Canadá en las semifinales del torneo en marzo de 2025. Si algo quedó claro esta noche, es que esta selección tiene el talento, la estrategia y la determinación para enfrentarse a cualquier reto.
El grito de guerra está más vivo que nunca: ¡Vamos, México, con todo!