Hace más de 45 años, la NASA lanzó al espacio las sondas Voyager 1 y Voyager 2, dos misiones que han revolucionado nuestro conocimiento del sistema solar. Sin embargo, su legado no se limita a la ciencia: estas naves también transportan un mensaje cultural de la humanidad, encapsulado en un disco dorado que incluye sonidos, imágenes y música de todo el mundo. Entre las piezas seleccionadas destaca El cascabel, un huapango veracruzano interpretado por Lorenzo Barcelata y el Mariachi México, que representa a nuestro país en este viaje interestelar.

Los discos fonográficos de las Voyager, descritos como «cápsulas del tiempo», fueron diseñados por un comité liderado por el célebre astrónomo Carl Sagan. Su objetivo es comunicar la historia y diversidad de la Tierra a cualquier forma de vida extraterrestre que pueda encontrarlos. Cada disco, de cobre chapado en oro, contiene 115 imágenes, sonidos naturales como el canto de ballenas y el rumor de las olas, saludos en 55 idiomas y una selección musical que abarca desde Bach hasta Chuck Berry.

La música mexicana tiene un lugar especial en esta colección. El cascabel, con su ritmo vibrante y su esencia cultural, es la única canción en español incluida en el disco. Junto con un saludo en español con acento español, es uno de los dos únicos contenidos en nuestro idioma que viajan a bordo de las Voyager. Esta pieza comparte espacio con obras maestras de la música clásica, como el Concierto de Brandeburgo de Bach y la Quinta Sinfonía de Beethoven, así como con expresiones musicales de otras culturas.

El disco está protegido por una funda de aluminio y viene acompañado de instrucciones en lenguaje simbólico para su reproducción. La NASA calcula que las sondas tardarán 40 mil años en acercarse a otro sistema planetario, lo que convierte a este mensaje en una apuesta a largo plazo para comunicarnos con civilizaciones distantes.

La inclusión de El cascabel no solo es un homenaje a la riqueza musical de México, sino también un recordatorio de la diversidad cultural que define a la humanidad. Mientras las Voyager continúan su viaje por el cosmos, llevan consigo un pedacito de México, un eco de nuestra identidad que resuena en el vasto silencio del espacio.