Con la reciente imposición de aranceles a productos mexicanos, la relación comercial entre México y Estados Unidos enfrenta una sacudida. Desde que la Casa Blanca anunció un 25% de aranceles sobre el acero y un 10% sobre el aluminio, la preocupación en el sector económico mexicano ha sido palpable. Este movimiento, que busca “proteger” la producción local en EE.UU., podría costarle a México hasta 2,000 millones de dólares anuales en exportaciones de acero, según cálculos de CANACERO.
Pero este no es el único impacto. Los aranceles traerían una cadena de efectos, incluyendo una subida de precios en Estados Unidos. Con mayores costos de importación, los consumidores norteamericanos pagarían más por productos básicos, y el fantasma de la inflación empieza a rondar de nuevo en la economía de EE.UU.
En México, el gobierno no ha tardado en responder. Con medidas recíprocas, impuso aranceles del 20% a productos estadounidenses como carne de cerdo, manzanas y arándanos, buscando proteger a sus propios productores. Esta reacción tiene un doble propósito: mitigar el daño y enviar una señal clara a Washington de que México no se quedará cruzado de brazos.
¿A dónde lleva todo esto? La relación comercial entre México y Estados Unidos está en un punto crucial. Si bien el T-MEC buscaba facilitar el comercio, las tensiones actuales dejan en el aire la intención de ambos países de colaborar sin fricciones. Si quieres entender cómo este intercambio de aranceles podría redefinir el futuro económico y político entre México y EE.UU., ¡este artículo es para ti!