Para quienes viven con diabetes, mantener los niveles de glucosa estables es crucial. Afortunadamente, existen frutas bajas en azúcar que no solo son seguras, sino que también ofrecen múltiples beneficios para la salud. Estas frutas, además de ser deliciosas, están cargadas de fibra, lo que ayuda a que la absorción de carbohidratos sea lenta, evitando picos de azúcar y prolongando la sensación de saciedad.
1. Frutos del bosque: antioxidantes y sabor en cada bocado
Las frutillas, moras, arándanos y frambuesas son ricas en antioxidantes y fibra, con solo 5-7 gramos de azúcar por taza. Además, su contenido en vitamina C y manganeso las convierte en una opción ideal para la salud cardiovascular. Estas frutas pueden ser un excelente complemento en desayunos o meriendas, ayudando a estabilizar el azúcar en sangre.
2. Kiwi: pequeño en azúcar, grande en nutrientes
Cada kiwi aporta alrededor de 6 gramos de azúcar y está cargado de vitamina C, vitamina K y folato. Además, contiene actinidina, una enzima que facilita la digestión de proteínas, apoyando la salud digestiva. Gracias a sus nutrientes, el kiwi fortalece el sistema inmunológico y es ideal para quienes buscan una opción saludable y dulce.
3. Durazno: un dulce natural con beneficios adicionales
Con 6 gramos de azúcar por pieza, el durazno, o melocotón, ofrece una buena dosis de vitamina A, vitamina C y potasio, esenciales para la salud cardiovascular y la visión. Este fruto es perfecto para quienes desean reducir la ingesta de azúcar sin renunciar al placer de una fruta dulce.
4. Palta: la fruta que sorprende por sus beneficios
Aunque no lo parezca, la palta (aguacate) es una fruta, y una excelente opción con solo 1 gramo de azúcar. Su alto contenido en grasas saludables y vitaminas E, C y B6 ayuda a estabilizar los niveles de glucosa en sangre, además de apoyar la absorción de otras vitaminas esenciales. Es perfecta para integrar en ensaladas o como complemento en las comidas principales.
A pesar de los beneficios de estas frutas, la nutricionista Cassandra Padula Burke recomienda consumirlas con moderación, limitándose a dos porciones diarias. Esto permite disfrutar de sus propiedades sin caer en desequilibrios, integrándolas en una dieta variada y equilibrada que incluya todos los grupos alimenticios.