
En esos años y a su suerte, la propiedad fue despojada de objetos que hoy tendrían un valor incalculable, pero jamás perdió el encanto que hoy permanece para disfrute de los visitantes. Tuvo que pasar mucho tiempo para que el recinto fuera rescatado, primero por Benito Juárez también conocido como el padre de la patria, quien lo declaró Monumento Nacional en 1863. En 1946 el recinto se convirtió en museo.
Entre los artículos que puedes observar, se encuentra una vestimenta sacerdotal, unos anteojos y un dosificador de agua bendita que pertenecieron al padre de la patria, incluso la osamenta del general Pedro García; quien se enfrentó a las tropas norteamericanas y francesas, participó en la Guerra de Independencia y custodió el museo hasta su muerte.
Al explorar sus rincones, te recomendamos disfrutar de su patio pintado de amarillo y terracota, rodeado de bancas de madera y adornado con un pozo al centro. La amplitud del lugar permite que te sientas en calma, mientras imaginas aquellos días en que un grupo de rebeldes apostaron todo para convertirse en héroes.