La salsa picante es uno de los condimentos preferidos en el mundo. Aparte de tener que beberte un vaso de agua fría después de comer varias alitas de pollo empapadas en ella, ¿sabes qué más puede ocurrirle a tu cuerpo?
«Cuando consumimos salsa picante, suceden algunas cosas en el cuerpo», explica la médica y dietista Maryann Walsh.
Crees que tu lengua está en llamas
Esta sensación se debe a la capsaicina, un componente activo de los chiles. «Cuando comemos salsa picante, la capsaicina golpea los neurotransmisores de nuestra lengua y envía señales de dolor al cerebro. El picor que experimentamos es solo una percepción de que nuestra lengua se está quemando cuando en realidad nuestras papilas gustativas están ilesas», revela Walsh a Eat This.
La temperatura del cuerpo y el ritmo cardíaco aumentan
Te sientes como si todo tu cuerpo se estuviera calentando notablemente. La temperatura efectivamente se eleva en un proceso llamado termogénesis y contribuye a un aumento temporal de la tasa metabólica.
Si la salsa es muy picante, es posible que empieces a sudar o a respirar rápidamente; así el cuerpo se enfría. «También puede producirse un aumento de la producción de mucosidad y de la saliva», agrega la nutricionista.
¿Se puede comer demasiada salsa picante?
La salsa Tabasco, por ejemplo, contiene mucho sodio. «Una cucharadita, no una cucharada, puede tener hasta 90 miligramos de sodio. (…) Sería bastante fácil superar la recomendación diaria de sodio de 2.300 miligramos o menos», aclara Walsh.
La salsa picante también puede ser «problemática para las personas con presión arterial alta o que experimentan regularmente el reflujo ácido», añade.
En su lugar, sugiere reducir el consumo de la salsa y optar por especias más bajas en sodio para conseguir la misma dosis de picante. Los copos de pimienta roja triturados son una gran alternativa, por ejemplo.
¿Hay algún efecto positivo que pueda producir el condimento?
La capsaicina, el componente natural de los chiles, puede ayudar a las personas a quemar 50 calorías más al día, según sugiere un metaanálisis de 90 estudios.
«También se observó que su consumo regular reducía significativamente el tejido adiposo (grasa) abdominal, el apetito y la ingesta de energía en general. Aunque no debe tomarse como un remedio mágico, la salsa picante puede implementarse en la dieta para condimentar tus comidas y aumentar el gasto energético», resume Walsh.