Por Mario Nanadayapa
La palabra “Pochota” es en nahuatl (Pochotl), este frondoso árbol nominado en toda américa como “Ceiba” (Ceiba pentandra), en lengua chiapa se le llama “Launtá” que opera también como un sustantivo que hace referencia a un algodón que genera este árbol, así que con este algodón los indios Chiapa hacían una tela con la cual elaboraban ropa ritual.
Este árbol tuvo varias funciones tanto míticas (centro del cuadrante cósmico) y funcionales como lo fue el Mercado o el Centro de abastos que se encontraba bajo la ceiba en la plaza central de Chiapa, llamado así por encontrarse aledaña a la Fuente colonial (La Pila) a quien llamaban Napohma o Napooma (La Noria o el Pozo artesiano) Plaza pública o parque.
La Pochota de noche duerme, se acuesta y se extiende como si fuera un magno lagarto. Así también las mujeres que no pueden tener hijos, con solo abrazarla tiene la posibilidad de fertilidad nuevamente.
Si uno ve con detenimiento entre el follaje, tal vez verán alguna manita o un rostro camuflageado entre las hojas y ramas, se tratan de los antigüitos o duendes, que habitan ahí y en la Pila, ellos aparecen solo cuando el pueblo está en serios problemas como lo fue el caso de la Batalla del 21 de octubre de 1863, y en ocasiones hacen una que otra travesura como esos niños risueños.
También fue empleado para aplicar la justicia, ahí fue colgado Sanguieme en 1532 (líder de la primera sublevación indígena), y Enrique Verdi (principios de siglo XX), entre otros. Asimismo, funcionó como teatro del pueblo.
La Pochota, para mí fue y sigue siendo un lugar de encuentros y desencuentros. Hoy lo confirmé, ya que ayer pacté una cita con ella, y le dije —Le tomaré fotografías a tus algodones, viste. Vendré con los rayos matutitos del sol…