Descubren los casos más antiguos de síndrome de Down en restos prehistóricos

Un equipo de investigadores del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva ha identificado los casos más antiguos de síndrome de Down en restos humanos que datan de la Edad de Piedra y la Edad de Hierro. El estudio, publicado en Nature Communications, analizó el ADN de casi 10,000 restos humanos y encontró seis individuos con trisomía 21, la anomalía cromosómica que causa el síndrome de Down. Este hallazgo no solo representa la evidencia más antigua de esta condición, sino que también ofrece una visión única de cómo las sociedades prehistóricas trataban a las personas con discapacidades.

El equipo utilizó un novedoso modelo estadístico, conocido como enfoque bayesiano, para detectar la presencia de una copia extra del cromosoma 21 en los restos analizados. Además, identificaron un caso de síndrome de Edwards, otra anomalía cromosómica más grave. Los restos con síndrome de Down provenían de sitios arqueológicos en Irlanda, Bulgaria, Grecia, España y Finlandia, y abarcan un período que va desde el 3500 a.C. hasta el siglo XIX.

Adam Rohrlach, experto en ADN prehistórico y uno de los autores del estudio, explicó que, aunque se esperaba que existieran casos de síndrome de Down en el pasado, esta es la primera vez que se han detectado de manera fiable en restos tan antiguos. “Estos hallazgos nos permiten entender mejor cómo las sociedades prehistóricas integraban a individuos con diferencias genéticas”, señaló.

Una mirada a la genética del pasado

El síndrome de Down, también conocido como trisomía 21, ocurre cuando una persona tiene una copia extra del cromosoma 21. Esta condición afecta aproximadamente a uno de cada 1,000 recién nacidos en la actualidad y altera el desarrollo, dando lugar a características físicas y cognitivas específicas.

Los seis individuos identificados en el estudio eran bebés que fallecieron a una edad temprana, con excepción de uno que logró cumplir un año antes de morir. Según los expertos, la falta de tratamientos médicos en la prehistoria probablemente contribuyó a su muerte prematura. Sin embargo, el hecho de que estos niños fueran enterrados junto a sus congéneres y recibieran ofrendas como collares de cuentas, anillos de bronce o conchas sugiere que no eran rechazados por sus comunidades.

Roberto Risch, coautor del estudio, destacó que algunos de estos niños fueron enterrados dentro de las casas, lo que indica que eran considerados especiales. “Esto ya es un indicio de que fueron percibidos como bebés especiales”, afirmó Risch.

Implicaciones sociales y culturales

El estudio no solo aporta información sobre la genética del pasado, sino que también ofrece una perspectiva valiosa sobre cómo las sociedades antiguas trataban a las personas con discapacidades. Aunque las limitaciones médicas de la época impedían que estos niños sobrevivieran mucho tiempo, el cuidado y la atención que recibieron en vida y en la muerte sugieren que eran valorados por sus comunidades.

Este hallazgo desafía la idea de que las sociedades prehistóricas marginaban a las personas con diferencias genéticas. Por el contrario, parece que estas comunidades integraban y cuidaban a los individuos con discapacidades, lo que refleja una forma temprana de inclusión social.

El estudio del Instituto Max Planck no solo amplía nuestro conocimiento sobre la historia genética de la humanidad, sino que también nos invita a reflexionar sobre la evolución de las actitudes hacia la diversidad y la discapacidad a lo largo del tiempo.

También te podría interesar

Deja un comentario