Un grupo de investigadores del Instituto de Ciencias Weizmann en Israel han cultivado embriones de ratón completamente sintéticos en una plataforma establecida para el crecimiento ex útero. La investigación, que ha sido publicada en la revista CELL, puede ayudar a estudiar cómo las células madre forman varios órganos en el embrión en desarrollo y comprender mejor cómo ciertas mutaciones impulsan diversas enfermedades.
Las células madre cultivadas in vitro con distintas capacidades de desarrollo pueden contribuir a la generación de los tejidos embrionarios o extraembrionarios después de la microinyección en embriones de mamíferos, antes de la implantación. Sin embargo, aún se desconoce si las células madre cultivadas pueden dar lugar de forma independiente a estructuras similares de embriones gastrulantes completos con compartimentos embrionarios y extraembrionarios.
A partir de un grupo de células madre embrionarias, los científicos crearon embriones sintéticos (sin espermatozoide ni óvulo) con una gran similitud a los embriones reales de ratones; con corazones rudimentarios latiendo, circulación sanguínea, tejido cerebral y tractos intestinales. Los embriones de ratón crecieron en una placa de Petri y dejaron de desarrollarse después de ocho días, aproximadamente un tercio del embarazo de un ratón.
Según la investigación, los embriones lograron adecuadamente la gastrulación y desarrollaron progenitores de órganos dentro de compartimentos extraembrionarios complejos similares a los embriones del animal. “Nuestros hallazgos resaltan el potencial plástico de las células pluripotentes ingenuas para autoorganizarse y reconstituir funcionalmente, y modelar todo el embrión de mamífero más allá de la gastrulación”, explican en el artículo.
La investigación está lejos de hacer crecer un ratón —y mucho menos un humano— fuera del útero. Sin embargo, los expertos apuntan que fue una prueba de concepto para comprobar que un embrión sintético completo podría ensamblarse a partir de células madre embrionarias. Asimismo, solo una pequeña fracción de embriones lograron desarrollar los orígenes de un corazón latiendo y otros órganos.
“Es un próximo paso interesante, no impactante, pero que hace más plausible a largo plazo una propuesta con amplias implicaciones: la posibilidad de convertir cualquier célula de ratón en un ratón vivo”, señala Henry T. Greely, bioético de Stanford Law School, en declaraciones al Washington Post.