El café es internacionalmente reconocido como una bebida no sólo estimulante sino eficaz para mantener a las personas despiertas en sus horas de sueño, pero ¿qué dice la medicina sobre su capacidad de prolongar este efecto?
La cafeína es absorbida con mucha rapidez por el cuerpo una vez que se la consume, además de que es distribuida con facilidad a diferentes partes, incluido el cerebro, donde ejerce su efecto de mantener al bebedor alerta y despierto, de acuerdo con el centro de academia médica Houston Methodist.
Este fenómeno resulta de que la cafeína bloquea receptores promotores del sueño en el cerebro, identificados como receptores de adenosina, sustancia que cumple distintas funciones en el organismo, incluida la regulación de los ciclos de sueño y vigilia.
Los niveles de adenosina en el cerebro son variables, con índices bajos cuando las personas están plenamente despiertas, pero aumentan lentamente a lo largo del día, lo que genera sensación de sueño.
«Después de varias horas de estar despierto, los niveles de adenosina aumentan al mundo de que empiezan el proceso de hacerte sentir soñoliento. Dan entrada al momento de ir a la cama y el ciclo se repite el día siguiente», indica el Hospital Houston Methodist en un artículo.
La cafeína genera el efecto contrario, al bloquear los receptores de adenosina y, por lo tanto, impedir sus efectos. Sin embargo, su presencia y acción en el cuerpo cuentan con un periodo limitado de tiempo, entre cuatro y seis horas.
De acuerdo con análisis científicos, consumir cafeína unas seis horas antes del sueño de cualquier modo puede afectar el descanso, aunque no se perciba la modificación.
No obstante estos análisis especializados, es probable que no exista una medida general que se aplique a todos los consumidores de café, matiza el Houston Methodist, pues es un fenómeno que involucra la cantidad de cafeína de una bebida, cuánta se tiene en el sistema y cuán eficaz es el cuerpo para metabolizarla, variantes de persona a persona.