En 2022 se conmemoró el cincuenta aniversario de la construcción del busto monumental de Adolfo López Mateos ubicado en la cúspide del Cerro de Coatepec, motivo por el cual se recordó a su escultor, Adolfo Villa González.
Su sobrino, Luis Antonio Torres Mejía, y su alumno, Arturo Ángeles Vargas lo recuerdan como un hombre sobresaliente en diversos ámbitos de su vida. Refieren que a lo largo de 24 años logró una producción escultórica de más de 200 piezas, muchas de las cuales son obras eclécticas.
Nacido el 21 de septiembre de 1921 en San Pedro Atlapulco, municipio de Ocoyoacac, Estado de México, Adolfo Villa González, a los 18 años ingresó al Seminario Conciliar de Temascalcingo y más adelante al de Tlalpan, donde aprendió latín, griego, inglés y francés, filosofía, ética, teología y lógica, mientras que enseñaba a sus compañeros su lengua materna: otomí. Tras decidir no ordenarse como sacerdote, ingresó como catedrático de ética y lógica al Instituto Científico y Literario Autónomo del Estado de México, hoy Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx).
Su sobrino Luis Antonio Torres Mejía afirmó que él tuvo la oportunidad de acompañar a su tío al taller donde se fueron esculpiendo las piezas de la cabeza. “Eran piezas de más o menos dos toneladas cada bloque de cantera. Él iba a la cantera, valga la redundancia, a escoger la piedra, dependiendo la zona de la cara, ya que todas las piedras tienen ciertas vetas donde se pueden fracturar si se esculpen de otra manera. Vivió en Durango tres años, haciendo la cabeza de Adolfo López Mateos, que se considera su obra más grande, más grande en tamaño, más grande en importancia.”
El 27 de septiembre 1972 se develó la placa inaugural de este coloso, para el cual se utilizaron 292 bloques de cantera labrada. Mide 12.60 metros de altura y pesa más de 280 toneladas. La técnica que utilizó, así como la majestuosidad de la pieza le valieron una beca de las embajadas de Italia y Francia para conocer las técnicas de esos países.
Después, en 1979, participó en el Centro Ceremonial Otomí, un espacio dedicado a su etnia, en donde se puede apreciar la gran escultura en bronce, de más de seis metros de altura, del gran guerrero Otomí, del cual su propio sobrino, Luis Antonio Torres Mejía, fue su modelo y ayudante.
Debido a la trayectoria e historia de vida ejemplar de Adolfo Villa González, la Dirección de Identidad Universitaria y el Museo de Historia Universitaria “José María Morelos y Pavón” de la UAEMéx, a través del Colegio de Cronistas, le realizaron un homenaje, así como un reconocimiento póstumo, que fue entregado a su sobrina, Dulce María Torres Mejía.
Durante este homenaje estuvieron presentes María del Carmen García Maza, directora del Museo de Historia Universitaria “José María Morelos y Pavón” y Cronista de la Facultad de Artes; la encargada del despacho de la Dirección de Identidad Universitaria, Virginia Argelia Díaz González Soto; el director del Plantel “Adolfo López Mateos” de la Escuela Preparatoria, Arturo Mejía Zamora; el director de Museos Universitarios y ex rector de la UAEMéx, Jorge Guadarrama López, así como integrantes de la comunidad auriverde.