Por Juan Pablo Ojeda
A solo unas horas de que arranque junio, un posible paro nacional de gaseros mantiene en vilo a millones de hogares y negocios en al menos 18 estados del país. El conflicto, que podría traducirse en falta de distribución de gas LP del 3 al 6 de junio, tiene como origen la exigencia del sector gasero de incrementar el precio máximo de venta, el cual consideran insostenible bajo los términos actuales.
Hoy, el precio tope del gas LP está fijado en 10.61 pesos por litro, pero los distribuidores aseguran que esa tarifa no cubre sus costos operativos, ni permite garantizar salarios justos ni mantenimiento de infraestructura. Por eso, piden a la Comisión Reguladora de Energía (CRE) que el precio se eleve a 12 pesos por litro.
De no alcanzarse un acuerdo, el paro incluiría la suspensión del llenado de pipas y la entrega de cilindros, lo que afectaría actividades tan básicas como cocinar, bañarse o mantener operativas pequeñas industrias, justo en una semana crítica de altas temperaturas y posible aumento en la demanda.
Ciudad de México, Estado de México, Jalisco, Nuevo León, Puebla, Veracruz, Hidalgo, Querétaro, Sinaloa, Michoacán y Tabasco son algunas de las entidades que podrían ver interrumpido el abasto, lo que pondría en aprietos a más de 100 millones de personas, según cálculos de las propias asociaciones de gaseros.
Pero el reclamo no es solo por el precio. El sector también exige al gobierno actuar contra el huachigas —el robo y venta ilegal de gas— y cerrar centros de distribución clandestinos operados por grupos criminales, que además de no pagar impuestos, ponen en riesgo la seguridad pública al operar sin normas técnicas ni supervisión.
Pese a la magnitud del anuncio, la presidenta Claudia Sheinbaum minimizó el riesgo del paro en su conferencia del 29 de mayo. “No creo que se vaya a dar”, dijo, al tiempo que recordó que existe una mesa permanente de diálogo con la Secretaría de Energía y representantes del gremio. “Están presionando un poco, pero tenemos números claros”, señaló, asegurando que el precio actual ya contempla una ganancia razonable para las empresas sin afectar el bolsillo de las familias.
Sin embargo, mientras la negociación sigue su curso, la incertidumbre crece. Comercios, fondas y familias han empezado a racionar el gas o llenar sus tanques con anticipación, temiendo que el paro se concrete.
Por ahora, todo dependerá de si en las próximas horas las autoridades logran desactivar esta bomba de tiempo, o si el martes amanecemos con una protesta que podría dejar a medio país sin gas.